Te acaricio; se te eriza la piel, tus labios dulces como la miel; es que te conozco al derecho y al revés.
Nuestra historia de amor podría contarse una y otra vez, porque como tú y yo, no se halla, no en esta galaxia.
Beso ese cuerpo de arriba y abajo, desde la punta de tu cabello, de tus pies, hasta en lo más profundo de tus entrañas.
Vivo en ti, en tus pensamientos, en tu cuerpo, en tu ser, de qué otra manera podría ser.
Somos una perfecta armonía, dos en la misma sintonía; dejarte de amar jamás ocurriría, no podría suceder;
Tus manos, acariciándome el rostro en la noche, me hacen estremecer, en la habitación a oscuras, juntos hasta el amanecer…
Tú eres vida; quiero amarte hasta la muerte; incluso mis sentimientos no cambiarían aún después del fin de mi existencia.
Estás siempre a mi lado cuando me abandonan mis fuerzas; eres mi fortaleza, mi resistencia.
Tus besos son mi debilidad, activan mi sensibilidad, y también haces surgir mi fragilidad.
No hay como nosotros; no existen dos iguales; embriagados en el placer, al borde de la locura.
La pasión me hierve la sangre; soy como un volcán en erupción, y tú eres la absoluta razón.
Mi corazón repite tu nombre en cada latido a cada segundo; como nosotros dos no existen en este planeta, te lo juro.
- Autor: EMBAR (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de noviembre de 2024 a las 23:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Eduardo Rolon, Antonio Pais, Josué Gutiérrez Jaldin, Mauro Enrique Lopez Z.
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