Prepara un momento florido,
en el límite de un encuentro,
un encuentro platónico,
entonces las estaciones se mueven,
sobre pieles corrientes.
Mil días y noches no bastan para expresarlo,
el Sol y la Luna no se diferencian
en cuanto a carne se trata.
Ahora que siento inseguridad,
quiero verte cumplir un capricho:
sólo señala tu dedo
y es allí donde sucumbirás.
(Quiero sentirme heredero,
excavando en tu interior).
En el sonido de los labios, corroe la curiosidad,
y su quiebre culmina siempre,
fulminando el orden físico.
El tacto está en todas partes.
Ahora que se sienten encontrados,
no puedes dejar de pensar en el mismo encuentro,
el mismo manoseo que termina en la misma costra.
Y la costra se quiebra,
mastico el plasma de la infección,
desgarro la coraza dérmica,
toco los labios de niña,
mezclo los ácidos,
los vacío completamente,
corrijo su inmunidad,
comparto enfermedades,
hasta que tu baile no sea más que un cambio de pieles.
Su agua cae a la vez que te va secando,
y yo espero tu beso al succionarte.
- Autor: Salvador Galindo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de noviembre de 2024 a las 10:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Llaneza, La Bruja Irreverente, Eduardo Rolon, ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z.
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