Para ti

sti

En la penumbra suave de la tarde,
donde el sol acaricia y se deshace,
un escritor dibuja en su cuaderno,
con versos sencillos, su amor eterno.

Las palabras fluyen, como un río sereno,
susurra a la luna, su brillo pleno,
habla de sueños que en el aire flotan,
de risas compartidas, de voces que brotan.

“Querida,” escribe, “mi luz más querida,
te envuelvo en la calma que el viento le brinda,
bajo el manto de estrellas tu alma se eleva,
todo estará bien, la vida se renueva.”

Cada estrofa, un abrazo, un refugio en la noche,
cada rima, un latido, su amor se despoche.
En su tinta sincera, dibuja paisajes,
donde el dolor se disipa, se esfuma en paisajes.

“Si el miedo te alcanza,” en la hoja le deja,
“cierra los ojos, escucha mi queja,
en cada suspiro, en cada oración,
te llevo en mi pecho, guarda mi canción.”

Así, entre letras, su esencia se llega,
tejiendo promesas, en cada entrega,
porque el amor verdadero nunca se apaga,
y en el rincón del alma, la esperanza se fragua.

Y en cada poema, un mundo se alza,
donde ella es la calma, su paz, su balanza.
Así escribe el poeta con fiel dedicación,
dibujando en palabras su más dulce canción.

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