Pensé que habías creído

Jean Amador

Pensé que habías creído

en el incendio breve de mis palabras,

en los espejos que jamás devolvieron rostros

y en los ríos que no saben volver.

 

Pensé que habías visto

cómo las grietas de mi pecho eran rieles,

cómo los trenes se detenían entre latidos

y el humo dibujaba tu nombre.

 

Te ofrecí un océano que no era azul

sino carne y sed;

te ofrecí el roce inmortal

de lo que muere todos los días,

de lo que grita y calla entre los huesos.

 

Pensé que habías escuchado

el eco de mis silencios—

más fiel que la memoria,

más cruel que el olvido,

una daga envuelta en terciopelo.

 

Pero no.

Sólo era el viento

cargando el peso de un susurro que nunca llegó.

Sólo eran las sombras,

bailando en la pared donde pinté

tu ausencia con mis dedos.

 

Pensé que habías creído.

Y al final fui yo quien creyó. 

 

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