Catarsis mortuoria (tractatus de morte eiusque inexorabiles et graves effectus).

Aunque grite al pasado;
aunque grite al abismo nunca volverá la juventud.
Nunca volverán los momentos agradables,
nunca volverá la salud. 

La nostalgia me consume y me aplasta como un coloso a un edificio. 
La desesperación me ha abrazado y no me piensa soltar.
La ansiedad me escarnece y lascera mi piel mientras mis fuerzas comienzan a abandonarme.
He visto pasar los años y a las personas; las cosas cambian y otras cosas permanecen: solo soy un espectador del olvido.
El vertiginoso y horrido presente es un vaivén de emociones entre el pasado y el futuro, entre la felicidad y la amargura.
Bendita es la mujer que puede expresar sus emociones sin ser juzgada,
y malditos somos los hombres ante la sociedad cuando mostramos sentimientos.

¡Corre, juega, brinca y abraza a tus abuelos, pequeño muchacho!
Imagina y diviértete con tus juguetes. Abraza la almohada antes de dormir y siente el calor del hogar,
puede que la alegría, el día mañana, merme y tenga que volar. 

Réquiem.

Llevemos al muerto al cementerio, que la carroza se prepare.
El recipiendario ha sido adornado para trasladar al que ha fenecido.
Ah acaecido que de la vida a la muerte ha pasado,
de la ternura a la rigidez, rictus e ictus, 
rigor mortis, mortis nostrae que atormentas y liberas al esclavo
que bajo la celda corpórea plañe ante las calumnias e ignominia
de la sevicia mundana y de la ontológica promesa que, aunque dulce,
pareciera entelequia.

Mihi horror membra percepit.

¡Oye mi grito! ¡Oye mi amargura!
¡Malnacido execrable! Le has escupido a Dios en la cara mientras el te amaba.
Los que te seguían te han superado. No eres nada ni nadie,
tan solo un cuerpo que lucha entre el olvido y la amargura.
Deja que suene el piano y la arpa,
ya que pronto lucharás con el demonio cuando llegue el alba.

Mihi horror membra percepit.

Noble sepulturero, haz tu labor, baja la caja y echa la tierra al precursor;
que las lágrimas no te aflijan y que no te atormenten.
Uno más a la profundidad,
uno menos que nadie extrañará.
Uno más que los gusanos devorarán.
uno menos que soñará.
Y es aquí justo en donde el cadáver comienza a retorcerse y crujir...,
a bailar con las ratas y gusanos para regalar su carne y todo aquello que le dio alegría y dolor.
En esta agónica y esquizofrénica sinfonía en donde el huésped cede todo para integrarse con la eternidad.
Etérea y mórbida eternidad.

Tomen mis ojos, mis vísceras; mi sangre y mi corazón. Pero transfórmenme en
el invisible, en la 'nada', en aquél espíritu que contempla su epitafio desde la las alturas
y no en la putrefacta y perniciosa caja que todos desdeñan. Ea, pues, que
la tierra habló, el hierofante se mostró accesible y Atlas ha ocupado su lugar.
¡Oblitérenme! 

Mihi horror membra percepit.

¡Ja, ja, já! Nada de esto será tan romántico.
Bajo el ataúd te inundará el silencio mortuorio que te asfixiará y no podrás soportar.
Araña con desesperación la caja buscando la salida, pero nadie te oirá.
Ya siento como te falta el aire, justo ahora no puedes respirar,
imaginas esto y te cuesta hilvanar palabras por el menester del aire.
Deja de leer, no podrás terminarlo.
Da la bocanada, abre la boca, pero no recibirás más que tierra.


Mihi horror membra percepit.


El suplicio y la agonía te inundará y nada ni nadie te sacará de ese estado.
La mejor parte es que a nadie le importará: estarás tú y solo tú en la adversidad.
Es momento de que aceptes tu nuevo hogar, tus nuevos amigos, tu nueva realidad:

No eres nadie.

Bl. 
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Colaboraciones MP.
-Renacimiento, Poema 1-.