LA MIRADA O EL BESO

Jean Amador

¿Cuál fue primero, la mirada o el beso?

Para otros es tan fácil decidir,

como decir:

“Hay que mirarse antes de chocar los labios locamente.”

 

Pero para mí no,

para mí no es tan fácil.

 

Yo sé —y lo sé sin dudar—

que tus ojos se abrieron después del primer beso,

cuando el tacto te enseñó a mirar

y dejaste de verme para empezar a descubrirme.

 

Tus pupilas cerraban las puertas del mundo,

y otras ventanas se abrían,

porque al apagar tus ojos

se encendía el fuego de los míos.

 

Nos vimos desnudos sin quitarnos la ropa.

Tus dedos desanudaron mi lengua,

y la piel aprendió palabras nuevas

mientras el silencio hacía de testigo.

 

No fue que tus ojos cambiaron,

fue que cambiaste la forma de mirarme,

como si cada pestañeo tuyo

fuera un compás que marcara

el ritmo de mi existencia.

 

Y entonces entendí que tus ojos

no son espejos,

son canciones que se cantan a sí mismas.

El beso vino primero,

pero la mirada lo sostuvo.

 

Ahora, cuando te miro,

me pregunto si en tus pupilas

vive el universo que no alcanzo a comprender.

Y cuando me besas,

olvido todas las preguntas.

Sólo sé que tus labios

son la única respuesta.

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