En las páginas sagradas, un misterio se despliega,
con palabras de antaño, verdades que se sostienen.
Los saduceos, eruditos de la ley y el pergamino,
en su saber profundo, un detalle perdieron.
La zarza ardiente, relato de fuego y de fe,
hablaba de un Dios no de muertos, sino de vivos, ¿no lo ven?
"El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob",
una promesa de vida, más allá del polvo y el lobo.
Jesús, maestro y guía, en su sabiduría infinita,
les mostró que la vida, como la zarza, se agita.
No en llamas se consume, ni en la tierra se queda,
sino que asciende y florece, en la resurrección se encomienda.
Leamos, pues, con ojos que buscan entender,
no sólo las palabras, sino el aliento que las hace nacer.
Cada versículo, cada historia, un tesoro escondido,
en los resucitados, en el corazón vivido.
No es la letra, sino el espíritu, lo que da la vida,
no es el argumento, sino la fe, la que nos guía.
En la Biblia encontramos, si profundizamos con amor,
la voz de un Dios que habla, en el susurro y en el clamor.
Así que cuando la Escritura en nuestras manos reposemos,
recordemos que en cada palabra, un universo se compone.
No solo historias de antiguos, o leyes de un tiempo ya ido,
sino un diálogo eterno, con el Divino entrelazado.
Que la lección de los saduceos, a nosotros nos ilumine,
para no pasar por alto, lo que Jehová nos destine.
En la zarza, en la resurrección, en el amor y en Jesús,
hallamos la verdad eterna, el camino y la luz.
- Autor: Yeshuapoemario ( Offline)
- Publicado: 26 de noviembre de 2024 a las 07:49
- Comentario del autor sobre el poema: Ustedes están muy equivocados (Mar. 12:27). Aunque los saduceos conocían muy bien los primeros cinco libros de las Escrituras Hebreas, pasaban por alto verdades fundamentales que estaban en esos libros inspirados por Dios. Piense, por ejemplo, en lo que Jesús les dijo a los saduceos cuando intentaron entramparlo con el tema de la resurrección. Él les preguntó: “¿No leyeron en el libro de Moisés, en el relato de la zarza, que Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’?” (Mar. 12:18, 26). Seguro que los saduceos habían leído muchas veces el relato, pero la pregunta de Jesús demostró que habían pasado por alto una enseñanza bíblica muy importante: la resurrección (Luc. 20:38). ¿Qué aprendemos de aquella conversación? Que, cuando leemos la Biblia, debemos estar muy pendientes de todo lo que nos puede enseñar un versículo o un relato. No nos quedamos en la superficie; queremos descubrir las verdades profundas y los principios que están escondidos en las páginas de la Biblia. w23.02 11 párrs. 9, 10.
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Yeshuapoemario, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, EmilianoDR, El Hombre de la Rosa
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