Perdón

Un abismo de desesperación se abre en mi pecho, mi ansiedad es un puñal que me hiere sin cesar, traspaso el pensamiento de turista a tus labios, y de ladrón comunista en tu alma, prisionero de mis malos hábitos y de las enseñanzas de la vida. Quisiera que mis dedos fueran pinceles que pintaran tu piel con colores de amor, y verte con mis propios ojos, admirar tus cuencas uniformes y hermosas de color marrón, sentarme a la orilla y pedirte perdón, mi inseguridad es un laberinto en el que me pierdo sin encontrar salida. Quisiera ser una semilla que germinara en tu corazón, amada mía, soñar tus delirios y besar tus aflicciones, lamer tus sueños humedos y cobijarte bajo las estrellas, soy un puente que conecta la oscuridad con la luz, un intermediario entre el dolor y el amor. Perdóname, soy incorregible, a veces haciendo que lo razonable se vuelva intangible, no quiero lastimarte; la inefable sensación que causa el dañarte solo me hace querer arrebatarme la vida, pues el perdón no me sirve si el siervo de la injuria solo vive en mi pecho. Eres la oscuridad que ilumina mi alma, un misterio que me atrae y me confunde. El silencio que habla más fuerte que cualquier palabra, un lenguaje que solo puedo escuchar en mi corazón. Eres la ausencia que hace que mi presencia sea posible, un vacío que me permite sentir tu presencia. El olvido que me permite recordar quién soy, un recuerdo que me hace cuestionar todo y encontrar la verdad. La incertidumbre que me da la certeza de que estoy vivo, una duda que me hace buscar respuestas en tus ojos. La nada que se convierte en todo cuando estoy contigo, un todo que me hace sentir que no entiendo nada, pero que todo está bien.