El Heliocentrismo Devorado

Ivette Urroz

De vez en cuando ocurre que un sol caníbal muerde al tiempo

consonántico y lo mastica con un propósito exasperado de ilusión.

Le recuerda que debe poseer su heliocentrismo medieval.

Este cae en un vacío hepático y aletargado de ideas apasionadas

que, por un instante, parece casi sempiterno; por lo tanto,

surgen en sus rayos hambrientos, manecillas láser donde

orbitan amaneceres que han permanecido danzando

en una red de nostalgia y congoja.

Sucede entonces que el sol caníbal,

al no sentirse comprendido,

resurge de su desliz y regurgita el tiempo de nuevo al mundo,

ya hilvanado de paciencia.

Como un reloj herido que resucitan sin previo aviso,

el tiempo retoma sus brújulas, que apuntan al infinito,

y comienza de nuevo una radiante realidad.

Juntos, al darse cuenta de que

un sol hambriento o un tiempo sin permanencia humana

no tienen cabida en esta era de médula digitalizada.

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