En un rincón del alma se cierne el silencio,
donde las palabras se desvanecen como sombras,
y yo, un eco errante de lo que fuimos,
intento reconstruir las frases que nunca fueron dichas.
He buscado en cada mirada, cada suspiro,
las huellas de tu amor, dibujadas en el aire,
pero me encuentro solo,
con las manos vacías y el corazón pesado.
Fueron tantos los intentos,
las noches interminables de espera,
tejiendo sueños con hilos de esperanza,
sin saber que tu corazón se había marchado,
guiado por voces ajenas,
como un barco que se deja llevar por la corriente.
¿Acaso olvidaste la forma
en que mis labios murmuraban tu nombre?
La forma en que el mundo se detenía
cuando nuestras manos se entrelazaban.
¿Cómo pudo ser tan sencillo para ti?
Dejarme en este laberinto de dudas,
donde cada esquina guarda un suspiro de tristeza,
y cada paso, el eco de un adiós.
Ahora me pregunto,
si alguna vez me amaste de verdad,
o si solo fui un refugio temporal,
un susurro entre las tempestades de tu vida.
Tus palabras son sombras que se disipan,
desvanecidas por el viento cruel de la indiferencia.
Dices que debo dejarte ir,
y quizás tengas razón,
pero el dejarte ir se siente como un naufragio,
una perdida batalla en aguas tumultuosas,
donde mis remos se rompen
y el horizonte es solo un lienzo vacío.
El tiempo me enseña a soltar,
a desenredar los hilos de un amor
que ya no sirve más que para recordar,
pero incluso el recordar duele,
como el lamento de un ave herida
que vuela pero no alcanza el cielo.
Así que aquí me encuentro,
perdiéndome en la memoria,
en la nostalgia de lo que fue,
mientras aprendo a vivir con este vacío,
que pese a todo, también es parte de mí.
- Autor: sti ( Offline)
- Publicado: 28 de noviembre de 2024 a las 20:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z.
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