Eterno despertar de un sueño

En la penumbra de la noche callada,

te encontré, radiante, cual luna dorada.

Tus pasos suaves, como notas al viento,

llegaron a mi alma, sellando el momento.

Tus ojos, dos luceros que al mundo desafían,

reflejan estrellas y la calma que ansían.

Tu sonrisa, bálsamo que mi herida cierra,

y tu voz, melodía que la tristeza entierra.

En mis sueños, caminamos juntos despacio,

bajo un cielo bordado con el brillo del espacio.

Tu mano en la mía, un lazo sin fin,

mi refugio, mi puerto, mi jardín.

Tus palabras, dulces caricias al oído,

me hablan de un amor que jamás será perdido.

"Te amo", murmuras, con un tono sincero,

y mi corazón arde, ferviente y entero.

La luna nos mira, celosa y distante,

mientras danzamos en un instante brillante.

Tus labios, un manantial de promesas divinas,

me besan el alma, borrando mis espinas.

El tiempo se detiene, el universo es nuestro,

y en tu abrazo cálido, hallo mi centro.

Cada susurro tuyo es un verso encantado,

que mi ser repite, perdido y enamorado.

Pero en un cruel giro del destino esquivo,

la aurora despierta, feroz y altivo.

Tu rostro se disuelve, cual niebla en el día,

y me quedo en la sombra, solo con mi agonía.

Mis manos vacías buscan tu esencia,

pero el vacío responde con fría presencia.

Eras un sueño, un espejismo divino,

una fantasía forjada por el destino.

El dolor me consume, me invade el quebranto,

mi pecho grita tu nombre en un mudo canto.

Te amé en ese mundo con un amor eterno,

y ahora despierto en un invierno interno.

Cada rincón de mi ser te reclama,

tu recuerdo arde como feroz llama.

Te busco en la brisa, en el canto del río,

pero solo hallo soledad y frío.

Sueño tras sueño, regresas a mí,

con la promesa de un amor sin fin.

Y aunque al despertar todo se desvanezca,

tu sombra en mi alma jamás desaparezca.

Eres mi anhelo, mi delirio escondido,

la razón por la que mi corazón sigue herido.

Aunque el destino sea cruel y despiadado,

en mis sueños, por siempre estarás a mi lado.