En el sendero de la fe, un etíope buscaba,
con el alma sedienta, la verdad que saciara.
Desde Etiopía a Jerusalén viajaba,
por las Escrituras, su espíritu clamaba.
Encontró a Felipe, mensajero divino,
quien le reveló un destino cristalino.
El Mesías, Jesús, era el camino,
y en su corazón encendió un fuego fino.
El bautismo, entonces, se presentó claro,
un acto de amor, un nuevo amparo.
El etíope aceptó, sin ningún reparo,
la fe en Jesús, un lazo raro.
En aguas sagradas, su vida sumergió,
y a un nuevo mundo de esperanza emergió.
Con cada gota, su fe fortaleció,
y a la familia de Cristo se unió.
Así, el funcionario, en su devoción,
encontró en el bautismo su gran coronación.
Un viaje de fe, una transformación,
que marcó en su alma una nueva canción.
Porque en cada paso de su peregrinar,
buscó con anhelo la verdad sin cesar.
Y en ese encuentro, pudo hallar,
el amor divino que lo iba a guiar.
Felipe, el guía, con palabra certera,
le mostró que Jesús era la respuesta verdadera.
Y el etíope, con fe sincera,
abrazó el bautismo, como primera bandera.
Ahora, en la historia, su nombre resuena,
como aquel que buscó y encontró la buena vena.
El funcionario de Etiopía, con su fe plena,
nos enseña que la búsqueda siempre vale la pena.
- Autor: Yeshuapoemario ( Offline)
- Publicado: 1 de diciembre de 2024 a las 11:10
- Comentario del autor sobre el poema: ¿Qué impide que me bautice? (Hech. 8:36). ¿Estaba listo el funcionario de Etiopía para bautizarse? Piense en esto: el etíope “había ido a Jerusalén para adorar a Dios” (Hech. 8:27). Así que seguramente era un prosélito judío, es decir, se había convertido al judaísmo. Conocía las Escrituras Hebreas y en ellas había aprendido sobre Jehová. Pero quería saber más. De hecho, cuando Felipe se lo encontró en el camino, estaba leyendo un rollo del profeta Isaías (Hech. 8:28). Quería seguir aprendiendo. Estuvo dispuesto a viajar desde Etiopía al templo de Jerusalén para adorar a Jehová. Felipe le explicó al etíope cosas que no sabía, verdades muy importantes, como que Jesús era el Mesías (Hech. 8:34, 35). Su amor por Jehová y Jesús creció tanto que tomó la importante decisión de bautizarse y convertirse en seguidor de Jesús. Felipe vio que estaba listo para hacerlo, así que lo bautizó. w23.03 8, 9 párrs. 3-6.
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Josué Gutiérrez Jaldin, alicia perez hernandez, El Hombre de la Rosa
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