Me acaricias en las calles de un cuento breve,
en las luces fugaces de un escaparate,
donde los sueños se visten de oferta leve
y los deseos se tornan un disparate.
Fluyes de las bocas errantes de la ciudad,
que te cobijan bajo cielos de neón encendido.
Te encierras en relojes de frágil cristal,
que nunca devuelven el tiempo perdido.
Financias tus placeres en cuotas olvidadas,
pagas tus amores en cajas desalmadas,
y conviertes billetes en promesas doradas,
en números que encadenan tus madrugadas.
Hay grietas que ensanchan tu vana estructura,
gotas volátiles que no precisan consuelo.
Ojos cansados, hastiados de tanta hermosura,
se apartan del brillo, buscando su cielo.
José Antonio
Comentarios1
Muy buen versar amigo.
Gracias por tu comentario. Saludos
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.