Vos

Lara A.

Que injusto es pensarte en la cúspide de mis deseos prohibidos; o en los silencios que acompañan mi café y la poca luz entrando por la persiana.

He tenido el pensamiento recurrente de que, si me concedieran un deseo, no dudaría en poder obsequiarte un segundo viéndote a vos mismo a través de mi mirada; quizá solo así comprenderías las noches que pasé desgarrándome el corazón, y las tantas en que tuve que suturarlo a carne viva para poder seguir.

Porque realmente siempre fue así, siempre fuimos vos y yo; incluso no habiendo mas nada, incluso en el mismísimo filo del abismo.

Puedo visualizarte entre huracanes danzando a mi alrededor; siento como me paralizan esos ojos rasgados inconfundibles aún en las sombras.

Te veo desfilar entre las ráfagas del viento,

Te oigo en los susurros de este.

Inevitablemente me envuelve, abraza todo mi ser y me deja allí siendo la protagonista del centro de la tormenta.

¿Por qué la calidez de lo que fue un beso ahora se siente como un grito desgarrador de realidad?

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