Bajo el sol radiante, altanero y fuerte

Salva Carrion

 

Bajo el sol radiante, altanero y fuerte,
la Araucaria, gran rey del altiplano,
con su porte majestuoso y arcano,
desafía al destino y a la muerte.

En su dura corteza, hay un quererte
grabado a mano en el tiempo cercano;
en su fresca sombra, duerme el verano,
y el trino amable del ave sonriente.

Oh, monumento de la vida pura,
tu imagen en la bruma se dibuja,
al viento que acaricia tu figura.

Gigante que con los siglos perdura,
entre el ropaje de tus verdes hojas
y el linaje noble de tu apostura.

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Comentarios +

Comentarios2

  • ElidethAbreu

    Gracias Salva por tu soneto.
    Te he echado de menos.
    Abrazos.

    • Salva Carrion

      Gracias a ti.
      Me tomé un descanso por vagancia aguda. Me daba pereza escribir.
      💜💜💜

    • Carlos Eduardo

      Saludos mi amigo, un gusto

      ODA A LA ARAUCARIA ARAUCANA (Pablo Neruda)

      ALTA sobre la tierra
      te pusieron,
      dura, hermosa araucaria
      de los australes
      montes,
      torre de Chile, punta
      del territorio verde,
      pabellón del invierno,
      nave
      de la fragancia.

      Ahora, sin embargo,
      no por bella
      te canto,
      sino por el racimo de tu especie,
      por tu fruta cerrada,
      por tu piñón abierto.

      Antaño,
      antaño fue
      cuando
      sobre los indios
      se abrió
      como una rosa de madera
      el colosal puñado
      de tu puño,
      y dejó
      sobre
      la mojada tierra
      los piñones:
      harina, pan silvestre
      del indomable
      Arauco.

      Ved la guerra:
      armados
      los guerreros
      de Castilla
      y sus caballos
      de galvánicas
      crines
      y frente
      a ellos
      el grito
      de los
      desnudos
      héroes,
      voz del fuego, cuchillo
      de dura piedra parda,
      lanzas enloquecidas
      en el bosque,
      tambor,
      tambor
      sagrado,
      y adentro
      de la selva
      el silencio,
      la muerte
      replegándose,
      la guerra.

      Entonces, en el último
      bastión verde,
      dispersas
      por la fuga,
      las lanzas
      de la selva
      se reunieron
      bajo las araucarias
      espinosas.

      La cruz,
      la espada,
      el hambre
      iban diezmando
      la familia salvaje.
      Terror,
      terror de un golpe
      de herraduras,
      latido de una hoja,
      viento,
      dolor
      y lluvia.
      De pronto
      se estremeció allá arriba
      la araucaria
      araucana,
      sus ilustres
      raíces,
      las espinas
      hirsutas
      del poderoso
      pabellón
      tuvieron
      un movimiento
      negro
      de batalla:

      rugió como una ola
      de leones
      todo el follaje
      de la selva
      dura
      y entonces
      cayó
      una marejada
      de piñones:
      los anchos
      estuches
      se rompieron
      contra la tierra, contra
      la piedra defendida
      y desgranaron
      su fruta, el pan postrero
      de la patria.

      Así la Araucanía
      recompuso
      sus lanzas de agua y oro,
      zozobraron los bosques
      bajo el silbido
      del valor
      resurrecto
      y avanzaron
      las cinturas
      violentas como rachas,
      las
      plumas
      incendiarias del Cacique:
      piedra quemada
      y flecha voladora
      atajaron
      al invasor de hierro
      en el camino.

      Araucaria,
      follaje
      de bronce con espinas,
      gracias
      te dio
      la ensangrentada estirpe,
      gracias
      te dio
      la tierra defendida,
      gracias,
      pan de valientes,
      alimento
      escondido
      en la mojada aurora
      de la patria:
      corona verde,
      pura
      madre de los espacios,
      lámpara
      del frío
      territorio,
      hoy
      dame
      tu
      luz sombría,
      la imponente
      seguridad
      enarbolada
      sobre tus raíces
      y abandona en mi canto
      la herencia
      y el silbido
      del viento que te toca,
      del antiguo
      y huracanado viento
      de mi patria.

      Deja caer
      en mi alma
      tus granadas
      para que las legiones
      se alimenten
      de tu especie en mi canto.
      Árbol nutricio, entrégame
      la terrenal argolla que te amarra
      a la entraña lluviosa
      de la tierra,
      entrégame
      tu resistencia, el rostro
      y las raíces
      firmes
      contra la envidia,
      la invasión, la codicia,
      el desacato.
      Tus armas deja y vela
      sobre mi corazón,
      sobre los míos,
      sobre los hombros
      de los valerosos,
      porque a la misma luz de hojas y aurora,
      arenas y follajes,
      yo voy con las banderas
      al llamado
      profundo de mi pueblo!
      Araucaria araucana,
      aquí me tienes!

      • Salva Carrion

        Inimitable y genial Pablo Neruda.
        Y todo Chile.
        Saludos, amigo
        🌳🌳🌳



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