Le pregunté a la vida

Emilio Barrios

Le miré a la vida de frente y pregunté: "¿Por qué a mí?"; ella me respondió: "Perdona, no te vi"; no me fijé en ti.

 

Hice todo lo que pude, hice todo para que valiera la pena y perdí; la derrota asumí.

 

Si hubiera sabido lo que me esperaba, sé que no querría ni por un instante existir.

 

—No seas dramático —me respondió—. Me distraje en otras vidas y de la tuya me olvidé.

 

No fue a propósito, sé que diste todo, pero son cosas que pasan, nada es perfecto.

 

Hoy estás feliz y mañana triste, hoy te aman y mañana te traicionan, es un círculo.

 

No existe eso del vínculo; el dolor es el vehículo y tú, el conductor; no hay explicación.

 

Tu problema es confiar, perdonar y dar otra oportunidad; nadie cambia, nunca, jamás.

 

Si hoy te la hacen, otro día volverá a pasar; no creas eso de que lo van a pagar, no existe el karma.

 

No existe eso de que la vida da vueltas; nadie ve el sacrificio, es inútil vivir esperando recompensa.

 

No soy culpable de que las personas hagan de la otra una especie de rompecabezas.

 

No siempre siembras lo que cosechas; la desilusión siempre está ahí, siempre alerta.

 

Lo de sembrar lo que se cosecha es solo un dicho, una palabra que sirve de consuelo.

 

Nada es sencillo, nada es fácil, deberías entenderlo; hoy el amor es considerado algo raro.

 

No me culpes de nada, de tu desgracia; yo solo doy aliento, lo demás es cosa del ser humano.

 

Me olvidé de ti y, perdona, pero las acciones en tu contra son a causa de tu inocencia.

 

Te enamoras y pierdes la conciencia, crees que todos son como tú, pero algunas personas tienen el corazón como piedra.

 

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