En el tejido de la existencia, hilos de luz y sombra se entrelazan,
tejiendo la prenda de la vida con hilos de penas y esperanzas.
Cada hilo, un pensamiento; cada color, una acción,
y en este tapiz divino, una nueva personalidad se forma con devoción.
Como el alba que despunta tras la noche más oscura,
la conversión es el amanecer de un alma que busca la luz pura.
Es el giro valiente, la decisión de cambiar la ruta,
dejar atrás el sendero de sombras, y en la senda de luz, poner la huella futura.
La mente, cual tierra fértil, se abre a la siembra divina,
acogiendo los pensamientos de lo alto, donde la sabiduría origina.
Transformarse es más que un acto, es un viaje que se afina,
un compromiso con el ser, una promesa que se destina.
La fe, esa fuerza invisible que mueve montañas y mares,
es la llave que abre puertas a nuevos y radiantes soles.
En el sacrificio de Jesús, hallamos el amor que no caduca,
y en ese acto supremo, la esperanza que nunca se ofusca.
Jehová, el observador de corazones, ve más allá de la carne,
reconoce el esfuerzo sincero, la voluntad que se embalsama.
Perdona, no por mérito propio, sino por la fe que desarma,
y en ese perdón, hay un renacer, una paz que calma.
Así, vestidos de nueva personalidad, renacemos en cada amanecer,
con la promesa de un día más para amar, para aprender.
Y en cada paso que damos, en cada verdad que abrazamos,
somos escultores de nuestra alma, artífices de los sueños que realizamos.
Que cada día sea un lienzo, cada decisión un pincel,
y con los colores de la fe y el amor, pintemos nuestro ser.
Que la nueva personalidad sea un reflejo de lo divino,
y en cada acto de bondad, un pedazo de cielo nos llevamos con nosotros, en el camino.
- Autor: Yeshuapoemario ( Offline)
- Publicado: 9 de diciembre de 2024 a las 07:18
- Comentario del autor sobre el poema: Vístanse con la nueva personalidad (Col. 3:10). No basta con lamentar los pecados cometidos. También hay que poner manos a la obra. A la hora de decidir si perdona a alguien, Jehová se fija en la conversión. Convertirse es volverse o dar media vuelta, es decir, dejar el mal camino y empezar a vivir como Jehová quiere (Is. 55:7). La persona que se convierte debe transformar su mente para dejarse guiar por los pensamientos de Jehová (Rom. 12:2; Efes. 4:23). Debe estar decidida a dejar atrás sus malos pensamientos y acciones (Col. 3:7-9). Pero no olvidemos que en realidad lo que hace posible que Jehová nos perdone y nos limpie de nuestros pecados es que demostremos fe en el sacrificio de Jesús. Cuando Jehová ve que nos estamos esforzando al máximo por cambiar nuestra conducta, nos perdona teniendo en cuenta el sacrificio de su Hijo (1 Juan 1:7). w22.06 6 párrs. 16, 17.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
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