Nervio segador, oscuro de aflicción, que
observa de improviso el vacío metódico y porfiado;
tú, noctívago, sombreas
entre lingotes de gritos, proyectando tu mansedumbre al infinito,
recibiendo las tempestades brunas y lentas de otras eras.
Y, en tu senectud sórdida de llanto, un miramar de comprensión
ágil, que regresa a contrafuego, te embarca como
un alma de canto agolpada —
controvertida entre magnolias alfabetizadas
de huesos marchitos y salobres.
Seniles, añiles y nocturnas,
agitando la idea demacrada de labios apóstatas,
donde la angustia llueve desde un árbol bilabiado.
¡Ay, serpenteante espuma del placer,
bramas ese instante que se vierte vertical y atareado,
mientras en macabro efecto te deleitas!
Por cada milenio y muchos más, configuras
huecos de clemencia en pesadillas ochavadas de misterios,
jalados hacia el oeste por un corazón destejido cabalgante;
y hoy por hoy,
la cleptomanía de la tarde nómada se remuele en su propia angustia,
¡Ah!, alma de nervio segador, cavilando por esas brechas que consumen
la falacia de tu furia intempestiva.
Ivette Mendoza Fajardo
- Autor: Ivette Mendoza Fajardo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de diciembre de 2024 a las 14:26
- Comentario del autor sobre el poema: Poesía Experimental Vanguardista
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., El Hombre de la Rosa
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