Corazón sobreviviente de mil batallas y coleccionista de cicatrices, una vez más te tocó perder todo, y morir como si fueras parte de los aprendices. Pero esta vez no contarás con la misma suerte que en el pasado, por milagro tuviste, y la vida perderás impotente, mientras todo se desploma frente a tus narices.
Experiencia ya tenías en el campo de batalla, creías conocer bien el terreno y cada una de sus áreas, sin darte cuenta que un intruso en tu vida poco a poco se adentraba, evadiendo toda la seguridad y acechando cada vez más, mientras tenías baja la mirada.
La larga experiencia no te sirvió de nada esta vez, puesto que un enemigo más listo jugó contigo por primera vez, y todas tus defensas derribó sin mucho estrés, y atacó lento y preciso, y marcó el trágico destino de tus pies.
Te percataste de su presencia cuando era demasiado tarde, cuando de su triunfo él ya podía festejar, cuando ya podía hacer alarde, cuando estaba a punto de acabar con su objetivo de manera cobarde, atacando en tu punto más bajo, cuando estabas más vulnerable.
Corazón ingrato que por tanto tiempo fue prisionero de guerra, nuevamente se encuentra latiendo al revés, y se encuentra corriendo una carrera, una carrera tan larga que a ningún lado nunca llega, y que a día de hoy le tocó perder en el doloroso cumplimiento de su tarea.
Enemigo cobarde que atacó cuando ya estabas jubilado, cuándo pensabas que de "amar" tu tiempo ya había culminado, cuando una paz enorme invadía todo tu espacio, y que solamente llegó para arruinar tu vida y borrar el futuro de tus pasos.
No pudiste esconderte en la trinchera porque ya no había trinchera a donde escapar, puesto que a todos lados, con suavidad te perseguía, esperando siempre el momento oportuno de atacar. No importa a dónde ibas, de él ya no pudiste escapar, puesto que te destruyó desde dentro, donde la vida poco a poco te pudo arrancar.
Con la mirada en la bala que acabará con tu legado, permaneces inmóvil, esperando que el enemigo termine con su tan ansiado trabajo. En minutos exorbitantes reflexionas sobre el pasado, y en cómo la suerte que te salvó aquel entonces, el día de hoy, por otros rumbos se encontrará deambulando.
Luchaste ferozmente, luchaste con todas tus fuerzas, mientras el enemigo se adelantó a todos tus movimientos, se adelantó a todas tus estrategias, y poco a poco se fue acercando de manera suave, de manera lenta, hasta que con un disparo de gracia, le puso fin a tu existencia.
Un frío y un calor incesantes atraviesan tu corazón en segundos breves, en segundos exorbitantes, y las huellas y recuerdos que en vida siempre estuvieron constantes, desaparecen lentamente mientras el cuerpo inmóvil en el sangriento suelo yace.
Una mirada fija, en la que el dolor aún insiste, y la huella imborrable de la guerra que ya no existe, un desconsuelo y olor a muerte en el ambiente aún persisten, dejando un paisaje moribundo de lo que un día fue y que a día de hoy ya no existe, un cadáver que entre el caótico ecosistema suavemente coexiste, que se trata de aquel soldado raso, que a día de hoy ya sólo de cuerpo existe.
Tantas cicatrices en el arsenal, y sólo una llegó a verdaderamente funcionar, que se trata de aquella que no tuvo oportunidad de crecer ni de sanar, y que fue la que le dio, esa hiriente tarde, su trágico final, quedando siempre abierta, siempre partida a la mitad, puesto que nunca tuvo la oportunidad de ser agregada con éxito, al resto del extenso arsenal.
Un soldado raso, que se enfocaba en solo cumplir con lo encomendado, en el suelo se encuentra inerte, en el suelo se encuentra brutalmente acribillado, con él murieron todas las risas, todas las angustias, murió todo su legado, dejando el futuro inexistente y una mancha de sangre en el pasado.
Un silencio violento acompaña el cadáver masacrado de lo que un día fue un corazón alegre, y que ahora en la trinchera se encuentra mutilado, esperando a ser recogido por lo que de un día se trató de su portador en el pasado, y aunque lo intentaron reanimar, fue tan decisivo y tan mortal aquel disparo.
Ahora el escuadrón del cuerpo marcha incompleto, luchando contra el enemigo, luchando contra los recuerdos de aquel que era guía en el desconsuelo, y que tantas batallas había sobrevivido, y que tantas cicatrices almacenaba como trofeos.
Hoy, en la guerra de la vida, tristemente aún se encuentran caminando, cargando el peso del recuerdo, que como yunques relentizan cada paso, y aquel corazón alegre con años de experiencia en el fracaso, y que una muerte en el combate, quedó marcado el último de todos sus pasos.
- Autor: johnnycrisyu ( Offline)
- Publicado: 10 de diciembre de 2024 a las 14:54
- Comentario del autor sobre el poema: Tantas batallas y una es la única que importa, que es aquella que marcó tu fin, en una inevitable derrota.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.