Diario (11 diciembre 2024)

Matias 01

Para solo estar contigo me regojo de la tierra,

escribo,

desnudo a mi corazón

y rescato del lado oscuro

las voces perdidas, los cuadernos en blanco

los huesos regados,

olvidados.

 

Para solo seguir despierto en la larga espera

enciendo mi sangre como una hoguera

para la noche fría,

enredado en el profundo silencio,

como quien enciende un faro

y para que veas desde lo lejos al puerto perdido

de tu mar azul.

 

Nadie me dijo que había un espacio entre el vivir

y el morir,

y no sabía que en el silencio podía discurrir

un río de voces delirantes

luchando por salir hacia el aire de algún destino.

En este sitio no había nada,

antes de tu nombre no había nadie, antes de tus ojos

no había primavera

ni lluvia ahogando las ciudades.

 

¿Dónde estarás ahora mientras escribo?

Que enredaderas de peces jugarán alrededor

de tus tobillos, que aguas que no bebí

te mojarán el corazón…

Las tardes de ahora tienen un vago horizonte

que parecen de arena 

y a veces se oye el canto de alguien triste que va

o que regresa

con el cuerpo separado de su corazón.

 

En algún momento regresarás y me amarás

como alguna vez.

Y entonces dejaremos atrás las calles silenciosas,

las ruinas,

la hierba que como piel de lo estéril

cubre a la muerte,

y también al silbido del aire en la medianoche…

 

Solo entonces con esa nueva mirada y el rayo de luz

de tus nuevos ojos

nos iremos

para nacer otra vez en lo que ya no ha de morir.

 

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