Noche de tormenta

MIGUEL CARLOS VILLAR

Noche de tormenta.

 

Amorfos nubarrones se van adueñando del cielo.

El aire saturado de electricidad huele a tierra mojada.

Rutilantes estrellas…,

alarmadas por ensordecedores truenos,

…cierran sus ventanas.

 

La oscuridad arropa el entorno.

 

Un deslumbrador rayo cae sobre un tul de sombras,

rasgando el velo que cubre la quietud dormida.

Su resplandor siluetea las milenarias encinas,

como si las quisiera despertar de un arcaico eco,

enterrado en la tierra bajo un cielo que arde

en el fuego de su propia furia.

 

El canchal limpia sus micas

para que reflecten el rayo

y…

vuelve a sumirse en su ancestral sueño,

dejando espacio para mis recuerdos.

 

***

 

Entre los pliegues del silencio,

brotan los días de mi niñez.

Momentos imborrables

cual perlas relucientes

de un collar invisible e inseparable.

 

Despreocupados días se deslizan sin prisa.

El cielo, más azul y las risas más sinceras.

Esos recuerdos son mi refugio:

joya secreta que adorna el vacío

de un presente lleno de quietud.

Acompañado de lo que fui, en esta soledad

donde el eco de la infancia resuena,

suave,

como una canción que nunca se apaga.

Un pulido relámpago ilumina mis recuerdos.

 

La oscuridad vuelve a arropar el entorno.

 

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