Noche de tormenta.
Amorfos nubarrones se van adueñando del cielo.
El aire saturado de electricidad huele a tierra mojada.
Rutilantes estrellas…,
alarmadas por ensordecedores truenos,
…cierran sus ventanas.
La oscuridad arropa el entorno.
Un deslumbrador rayo cae sobre un tul de sombras,
rasgando el velo que cubre la quietud dormida.
Su resplandor siluetea las milenarias encinas,
como si las quisiera despertar de un arcaico eco,
enterrado en la tierra bajo un cielo que arde
en el fuego de su propia furia.
El canchal limpia sus micas
para que reflecten el rayo
y…
vuelve a sumirse en su ancestral sueño,
dejando espacio para mis recuerdos.
***
Entre los pliegues del silencio,
brotan los días de mi niñez.
Momentos imborrables
cual perlas relucientes
de un collar invisible e inseparable.
Despreocupados días se deslizan sin prisa.
El cielo, más azul y las risas más sinceras.
Esos recuerdos son mi refugio:
joya secreta que adorna el vacío
de un presente lleno de quietud.
Acompañado de lo que fui, en esta soledad
donde el eco de la infancia resuena,
suave,
como una canción que nunca se apaga.
Un pulido relámpago ilumina mis recuerdos.
La oscuridad vuelve a arropar el entorno.
- Autor: MIGUEL CARLOS VILLAR ( Offline)
- Publicado: 14 de diciembre de 2024 a las 10:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez
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