El férreo traqueteo del tren
me despertó de un dulce sueño, del
nevado cobre panorámico rocoso
al azul del brillante cielo
La marcha se detiene
En la solitaria y fría estación.
Los adoquines sueltos, rotos,
nadie mira salvo la curiosa llama
El reloj, en su caja de madera,
señala el temprano mediodía;
tras los cristales de una ventanilla,
una mujer me invita a pasar.
Es la capataza de la estación
En la sala de espera, nadie.
Una puerta se abre y aparece,
ella, azabachados largos cabellos,
sus labios firmes, sensuales
Sus alegres ojos, color del jade,
dominan la inmensidad andina
en su profunda y grácil mirada,
en su potente figura se trasluce
una inmensa humanidad
Nuestras miradas arden nuevas emociones
que reconocen nuestra complicidad.
Su belleza, aún me sublima y enamora
en este lapso, la nueva aventura
El cálido beso de sus fríos labios,
el rosado efluvio de la dorada piel,
rubor en sus frescos pómulos,
sedoso tacto de cabellos alborotados
El abrazo en nuestros cuerpos
en un esperado impulso,
fluyen recuerdos, desperezan neuronas,
el calor se transmite y atraviesa
Sus firmes senos, su cintura,
sus manos sobre mi cara.
Nos estremece casi hasta el llanto,
y de la emoción, a la hilaridad
Del frío al calor de la sorpresa,
al furor; el tren sigue su marcha.
La nieve intenta ocultarnos,
la emoción nos impulsa pervivir
El recuerdo hecho realidad. Y
ya comprimidos bajo el pedernal
de la sierra madre, nos hierve
el plasma, nos admiramos, caminamos
¡El cobrizo calor de nuestros cuerpos derrite la nieve bajo la abrupta cumbre!
- Autor: Leoness (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de diciembre de 2024 a las 11:58
- Categoría: Amor
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Alexandra L, ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Bellos versos, poema cálido, de una grata lectura, gracias por compartir.
Saludos, feliz dia, Alex.
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