Adios, amor mio

Gulliver

En esto acaba el hilarante destino, el miedo acecha en mis párpados vacíos.  
Dentro de poco seremos desconocidos,  
dos sombras errantes en caminos perdidos.

 

Hice poco o hice nada, hice tanto para que funcionara;  
llueve, al menos en la mañana, ahogando mi jornada.  
Encuentro lícito que te alejaras,  
cuando es explícito que me olvidabas.

 

Tus manos frías y caricias vacías  
amañaron el final, un triste presagio.  
Aunque tú ya me hayas reemplazado,  
he de olvidar lo que contigo he pasado.  

 

Gratos recuerdos que saben agridulce,  
casi puedo palparlos, pero no puedo olvidarlos.  
¿Será mi destino o mi martirio,  
que hasta este momento no haya conocido un amor que valga cada suspiro?  

 

Me niego a ser mártir de este poema;  
seguro estoy cuando digo que lo que hay en mi pecho no debo confiar.  
Iluso o afortunado, todo aquel que decidió amar,  
pero aún así sigo aquí, con el corazón por sanar.

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