Pastoreen el rebaño de Dios (1 Ped. 5:2).

Yeshuapoemario

 

En los verdes prados del espíritu, donde la fe se nutre bajo el cielo de la eternidad, los pastores de almas, con manos de ternura, guían al rebaño hacia aguas de sabiduría. Como Pedro, el apóstol, cuyo amor fue probado, ellos responden al llamado divino con corazones entregados. "¿Me amas?", pregunta el Maestro, y en cada acto de cuidado, en cada palabra de consuelo, ellos responden: "Sí, Señor, tu rebaño es mi tesoro".

 

Con paciencia y la mirada fija en el ejemplo del Cristo, los ancianos pastorean, no por deber, sino por amor inmenso. En el silencio de la oración, buscan guía, y en las Escrituras, encuentran su fuerza. No hay oveja perdida que no merezca ser buscada, no hay alma herida que no merezca ser sanada.

 

Así, en la labor de pastores, se revela el amor más puro, aquel que sacrifica, que enseña, que protege. El amor que no busca recompensas terrenales, sino la aprobación del Padre celestial. Y en cada gesto de bondad, en cada acto de sacrificio, los ancianos reflejan la luz del amor divino, iluminando el camino hacia la redención y la vida eterna.

 

Porque pastorear el rebaño de Dios no es solo una tarea, es una vocación, un llamado a ser imitadores de Aquel que es el Buen Pastor. Y en este sagrado deber, los ancianos se convierten en puentes entre la tierra y el cielo, entre el rebaño y el Pastor supremo. Con cada acto de servicio, con cada momento de guía, ellos dicen al mundo: "Sí, amamos al Señor, y en su amor encontramos nuestra razón de ser".



 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de diciembre de 2024 a las 04:01
  • Comentario del autor sobre el poema: Pastoreen el rebaño de Dios (1 Ped. 5:2). Los ancianos pueden demostrar de una manera muy especial que aman a Jehová y a Jesús: cuidando con cariño a las ovejas de Jesús (1 Ped. 5:1, 2). El Hijo de Dios le dejó esto muy claro al apóstol Pedro. Como Pedro había negado tres veces que lo conocía, es probable que ansiara confirmarle su cariño. Después de resucitar, Jesús le preguntó: “Simón hijo de Juan, ¿me amas?”. De seguro, Pedro hubiera hecho cualquier cosa para demostrarle que sí. Y la respuesta de Jesús fue: “Pastorea a mis ovejitas” (Juan 21:15-17). De ahí en adelante, Pedro atendió con cariño a las ovejas del Señor, y así le demostró que lo amaba. ¿Cómo pueden los ancianos demostrar que se toman en serio las palabras que le dijo Jesús a Pedro? Pueden demostrar cuánto aman a Jehová y a Jesús si se mantienen ocupados en su labor de pastores y hacen un esfuerzo especial por ayudar a los inactivos (Ezeq. 34:11, 12). w23.01 29 párrs. 10,  11
  • Categoría: Religioso
  • Lecturas: 17
  • Usuarios favoritos de este poema: Yeshuapoemario, Mauro Enrique Lopez Z., Josué Gutiérrez Jaldin, Enrique Fl. Chaidez, alicia perez hernandez, EmilianoDR, El Hombre de la Rosa
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