La plática post nocturna

Salvador Galindo

No te quiero ahora para entrar al invernadero 
y comentar este nuevo llamado al exterior. 
No es necesario hacer algo público 
en tal dimensión de curvaturas. 
Todo se cuelga expuesto 
en campanas húmedas y membranosas, 
como sobre tu cabeza se abriera una boca, 
discutiendo en un depósito de rancios favores y cumplidos. 
La próxima palabra estaría equivocada 
si la niego dentro de esta plática, esta determinación. 
Adéntrate a través de voces desorganizadas, 
entes amarillistas, sofocados de orgullo. 
Redescubre lo que alguna vez fue luz.
La colisión empieza abriendo los sentidos 
de ojo a garganta, la curvatura está viva. 
Una recta curva toma forma de una línea predilecta 
¡que todas las visiones del mundo podrían dimensionar! 
y dar mayor profundidad a lo que alguna vez fue luz. 
Cortinas restrictivas dramatizan la conversación, 
como sobre tu cabeza se abriera una boca, 
pone llave a cada cosa que te sea afín. 
Una pantalla de fresco odio se deja ver,
al chasquido metálico de campanas líquidas,
di tu peor verdad y mejor mentira:
es el brote educativo presionando mi puño a mi edad, 
es la gangrena atada hacia el perro, 
es un error criado y envuelto en simpatía.
Como desconocen tu omisión 
da la espalda y habla de un síntoma universal. 
Mira a tu más oscura articulación, 
reintégrate a como acostumbras,
sucumbiendo sin mucha armonía.
Como comprenden el fin de tu cordura 
encuentra una última dimensión
y termina con la conversación.

Conocimiento sinérgico, 
uniformidad global, 
y en un nuevo día, 
redescubre lo que alguna vez fue luz,
Pasión, 
Miedo.

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