Por cada taza

Isabel Ortiz

Por cada taza

los abrojos se untan en mis palabras,

en cada esquina

bajan sus puntas sin filo, sin arma.

Se dejan entrever más allá

de preámbulos lacónicos.

Un par de visillos para súbitos presentes

que las deshilachan, las atrapan.
 
 
 
Les satisface ceder su desaliento.

Alaridos silenciosos y frecuentes,

acallan mi reflexión,

las apagan como hierbas malas.

y así, estrujan su vida hasta el prospecto.
 
 
 
Por cada taza

escribía con los cártamos el cuento,

en cada gotera,

bajo el ojo de una vela

que humeaba entre lágrimas al viento.

Quería hablar en algo más que la cera,

bajo la andrómeda garrida 

en las rasgadas piedras centellas.
 
 
 
No duele, pero despliega al cansancio,

es esta taza, de mi día, un simple prefacio.

Me despojan de mis historias zurcidas,

telas blancas y sumidas

de terciopelo lacio.
 
 
 
Por cada taza

tomo la rienda de mi espacio,

en cada losa

un par de letras se convierten en prosas.

Altos, en la claridad esbozan,

ya son parte de mi ciclo rutinario 

que se convierten en el rostro verdadero

de mis cúpulas rigurosas.
 
 
 
Ofusca la mirífica de mis bríos latentes

pero continuaré hasta la amargura perder.

Tazas pequeñas o grandes,

que más da, si todas son iguales,

cada una desahucia mi ser.
 
 
 
Por cada taza,

las voces y sonatas compungidas

en cada dirección,

escuchan el eco de mi afición.

Bajo las sábanas erigidas

un frenesí perpetuo se instala en mi interior,

en el recoveco de mi sedimento,

mientras el café se teñía de negro.
 
 
 
Un mundo a pétalos de rosas caídas,

es un mundo muerto en ruinas perdidas.

Los bálsamos de recuerdos dilectos

reposan sobre este cuerpo de abadía,

¡Oh! mi respirar lleno de parlamentos...
 
 
 
Por cada taza

se graban en la memoria del tiempo

en cada elegía 

que los letargos náufragos ungían.

Ya es de mi alborada una celda inhóspita 

de pesadillas ausentes, estaba el puñal negro

imantado con andorgas de fuego 

en el hollado febril de su astilla recóndita.
 
 
 
Se me ocurre entonces, y me levanto,

abro mis puertas al día y a su olor de canto.

Entonces veo un muro de secretos,

he perdido la noción, veo a la luna asomando 

sus lunares de plata enradiados.
 
 
 
Por cada taza

veo un mar muerto de personas ensangrentadas,

en cada racha,

un mundo oscuro que quita el sabor, las ganas.

Todo en mí, emulsiona,

¡Oh, aguas amargas!

agrias que marean mis entrañas,

ya no veo más allá de la represa de porcelana.
 
 
 
Me he tomado seis tazas

y solo logré olvidar en qué estaba pensando.

¿Cuántas más mis límites rebasan?

todo es temblor, me están acabando,

me atafagan, me extasían, me abrazan.
 
 
 
Me degollan las fuentes subyugadas 

¿Quitan la agitación de mi mente acelerada?

De tanto en tanto, en cada masa,

entre sueños y espasmos 

por cada taza...
 
-Isabel. O
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Comentarios +

Comentarios1

  • Marcos Magallanes

    El café es un amante despiadado, basta ver como interactúan los cafetos con su entorno. Un poema relativamente extenso. Bonito y raro en estos días. La gente parece atrapada a las dinámicas de consumo fugaz de las redes sociales, con sus caracteres limitados y segundos contados, y la corta capacidad de atención del humano promedio. Me gusta ver qué queda una resistencia que persigue algo más que atención.

    • Isabel Ortiz

      Tiene usted razón sobre eso. Y me alegra mucho saber que leiste todo el poema y que te hayas percatado de la profundidad en ella. Realmente me impresiona como lograste hacerme ver algo que siquiera yo misma lo notaba, el encontrar fuentes que te lleven a algo más que atención superficial, encontrar su valor, un significado que trasciende lo efímero de ese momento.
      "Una resistencia que persigue algo más que atención"
      aquello me deja pensando...

      ¡Gracias por compartir tu perspectiva!
      Saludos poeta Marcos.



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