(Tres)

OscarCampos

 

 

“Hay palabras que no se dicen,

hay canto de pájaros que no se escuchan,

pero se deslizan por el cuerpo desnudo,

como un tatuaje canceroso,

en este espacio el habitante

gira como una gaviota tras una sardina,

las palabras más claras se olvidan…”

 

Amanece, la serpiente lo observaba

hacia dibujos fugaces en la arena

señales geométricas de un universo

que el viento parecía escupir

haciendo pausas, pero revelando

un secreto invisible en su alma.

 

El joven la miró,

en sus pupilas desnudas,

encontró la inmensidad del desierto.

En silencio se preguntó:

“Quien eres Tú”

¿Quién soy yo?

respondió el silencio.

 

La serpiente, como la corriente de un rio,

regresa a la profundidad de su habitación,

le había mostrado al joven

que el mundo esta en la mirada de cada uno,

comprendió que la vida

tiene la figura geométrica de un círculo,

una huella que regresa,

al punto de su inicio,

a veces, es como el primer llanto.

 

El joven sintió cómo su espíritu

guardaba el silencio y la inmensidad

y su cuerpo contenía la sobrevivencia del desierto.

Entonces comprendió,

que el desierto,

le hablaría hasta el próximo regreso.

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