Los llamo amigos (Juan 15:15).

Yeshuapoemario

 

En la vastedad de la historia, un relato resuena,

de un maestro y sus amigos, en tiempos de prueba y fortuna.

Llamados amigos, no siervos, una distinción tan divina,

en Juan quince quince, un amor que define.

 

Jesús, el maestro, en sus discípulos confió,

a pesar de sus fallos, su fe nunca desistió.

Santiago y Juan, en busca de gloria y honor,

mas él vio más allá de sus deseos, sin rencor.

 

En el jardín, cuando la traición se desveló,

y la noche en su manto más oscuro los envolvió,

todos huyeron, el miedo los dispersó,

pero el amor del maestro por ellos nunca cambió.

 

“Los amó hasta el final”, palabras que perduran,

en Juan trece uno, un legado que aseguran.

Después de la muerte, la vida se abrió paso,

y a sus fieles once, una misión les fue trazado.

 

Hacer discípulos, cuidar de las ovejas,

en Mateo veintiocho, una tarea de realeza.

Juan veintiuno, quince a diecisiete,

una confianza en ellos, que el tiempo no delete.

 

Imperfectos, sí, pero fieles en su esencia,

Jesús confió en la humanidad, en su inherente decencia.

Todos fueron leales, hasta su último aliento,

en la Tierra, su devoción fue su firme cimiento.

 

Este buen ejemplo, un faro que nos guía,

a confiar en los demás, en la cotidiana porfía.

Imperfectos somos todos, pero dignos de fe,

como Jesús enseñó, en su andar, en su bregar, en su ser.

 

Así, en versos, la historia se cuenta de nuevo,

de amistad, de confianza, de un amor eterno.

Que nos anima a seguir, a creer, a amar,

en este viaje humano, en nuestro singular andar.



 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de diciembre de 2024 a las 07:32
  • Comentario del autor sobre el poema: Los llamo amigos (Juan 15:15). Jesús confió en sus discípulos a pesar de sus fallos (Juan 15:16). Cuando Santiago y Juan le pidieron un puesto de honor en el Reino, Jesús no cuestionó por qué servían a Jehová ni les dijo que ya no serían sus apóstoles (Mar. 10:35-40). Y, en la noche que fue arrestado, todos sus discípulos lo abandonaron (Mat. 26:56). Pero Jesús nunca perdió la fe en ellos. Aunque conocía sus defectos, “los amó hasta el final” (Juan 13:1). Y, después de resucitar, hasta les encargó a sus 11 apóstoles fieles la gran responsabilidad de dirigir la obra de hacer discípulos y de atender a sus valiosas ovejas (Mat. 28:19, 20; Juan 21:15-17). Y no se equivocó al confiar en estos hombres imperfectos. Todos fueron fieles hasta el final de su vida en la Tierra. Jesús confió en seres humanos imperfectos. Su buen ejemplo nos anima a hacer lo mismo. w22.09 6 párr. 12.
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 9
  • Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, Enrique Fl. Chaidez
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