A ti mi amor eterno

Hoy se ha ido tu risa, tan dulce y serena,
y en su lugar me queda el eco de su encanto,
un susurro en el viento, un recuerdo en la pena,
un abrazo invisible que ahora tanto extraño.

Te has ido, amor mío, sin aviso ni prisa,
dejando entre mis manos la sombra de tus huellas,
y aunque mis lágrimas mojen esta brisa,
llevo en el pecho el calor de nuestras estrellas.

Sé que en algún rincón del cielo te hallas,
donde la luz te envuelve y el dolor se desvanece,
y mientras aquí, en la tierra, mi alma calla,
siento que el amor que compartimos nunca muere.

Hoy camino sin ti, con un hueco en el alma,
pero en cada paso llevo nuestro amor eterno,
en cada suspiro, en cada instante de calma,
allí vives tú, mi guía, mi faro, mi cielo.

Te has ido, mi amor, pero no te has marchado,
pues en cada rincón de mi ser permaneces,
eres el reflejo en el agua, un silencio callado,
una brisa suave que mi piel estremece.

Aunque mis ojos no te vean, te siento aquí,
en la risa de las aves, en la paz de la noche,
y aunque duele saber que ya no estás junto a mí,
llevaré tu recuerdo siempre en mi derroche.

Descansa, amor mío, allá en las estrellas,
mientras aquí, en mi pecho, floreces de nuevo,
como la flor que crece tras una larga espera,
como el amor que sigue, puro y sincero.

Hoy lloro tu ausencia, y al mismo tiempo te celebro,
porque fuiste mi todo, mi paz, mi alegría,
y aunque el adiós duele más de lo que puedo decir,
sé que un día, amor mío, te volveré a sentir.