Momentos Navideños (Tercetos encadenados)

Ramón Bonachí

Momentos navideños
.
Con el eco sonoro de la fiesta,
derraman bella luz las ilusiones.
Abriendo por doquier cualquier propuesta,
.
las noches son un mar de corazones
y los días instantes entrañables
que provocan amenas emociones.
.
De nuevo se perciben saludables
sonrisas en el eje principal
de unas caras fiesteras e incansables.
.
En medio de esta magia sin igual
(dónde siempre hay presente algún motivo)
el postre quedará para el final.
.
Un final para todos atractivo
con ganas de volver llegado el día
a celebrar de nuevo el estar vivo.
.
Estar juntos y hambrientos de alegría
y con aquellos que residen lejos
es algo más que estar en compañía
de niños, de mayores y de viejos.

.

Fotografía y poema: Ramón Bonachí.

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  • Carlos Eduardo

    NACIMIENTO DE CRISTO, EN QUE SE DISCURRIÓ LA ABEJA
    Sor Juana Inés de la Cruz

    De la más fragante Rosa
    nació la Abeja más bella,
    a quien el limpio rocío
    dio purísima materia.

    Nace, pues, y apenas nace,
    cuando en la misma moneda,
    lo que en perlas recibió,
    empieza a pagar en perlas.

    Que llore el Alba, no es mucho,
    que es costumbre en su belleza;
    mas quién hay que no se admire
    de que el Sol lágrimas vierta?

    Si es por fecundar la Rosa,
    es ociosa diligencia,
    pues no es menester rocío
    después de nacer la Abeja;

    y más, cuando en la clausura
    de su virginal pureza,
    ni antecedente haber pudo
    ni puede haber quien suceda.

    Pues a ¿qué fin es el llanto
    que dulcemente le riega?
    Quien no puede dar más Fruto,
    ¿qué importa que estéril sea?

    Mas ¡ay! que la Abeja tiene
    tan íntima dependencia
    siempre con la Rosa, que
    depende su vida de ella;

    pues dándole el néctar puro
    que sus fragancias engendran,
    no sólo antes la concibe,
    pero después la alimenta.

    Hijo y madre, en tan divinas
    peregrinas competencias,
    ninguno queda deudor
    y ambos obligados quedan.

    La Abeja paga el rocío
    de que la Rosa la engendra,
    y ella vuelve a retornarle
    con lo mismo que la alienta.

    Ayudando el uno al otro
    con mutua correspondencia,
    la Abeja a la Flor fecunda,
    y ella a la Abeja sustenta.

    Pues si por eso es el llanto,
    llore Jesús, norabuena,
    que lo que expende en rocío
    cobrará después en néctar.

    Paz mi amigo



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