Se abren como el amanecer hiriendo el horizonte,
una cicatriz tallada en el aliento del invierno—
una dulzura lo bastante afilada para sangrar,
pero demasiado frágil para ser nombrada.
No rosas. No.
Algo indómito:
el borde tembloroso de una marea
donde el coral corta la luz de una tormenta,
donde el aliento colapsa en silencio
y las sombras se arrodillan para besar el fuego.
Su curva es un archivo de verano,
labios robados de un fruto prohibido,
promesas más antiguas que el pecado,
derritiéndose antes de que el lenguaje
pueda sostener su forma.
El tiempo se deshilacha en su sombra
cómo un físico ebrio olvidando sus fórmulas,
cayendo en la geometría perfecta
de su lenta e inevitable apertura.
Los observo tejer palabras
de trueno y fuego,
sílabas que saben a miel
quemándose bajo la lluvia—
una letanía de pequeñas muertes
que acogería una y otra vez.
Déjame trazar su cartografía
con la fe de un cometa que se desmorona.
Déjame desaprender el lenguaje del cielo,
hasta que mis propios labios respondan
con el fuego que sobró del beso que nos daremos mañana...
- Autor: Jean Amador (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de diciembre de 2024 a las 00:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR, alicia perez hernandez
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