Reescríbete hoy,
y mañana,
y el otro, y el otro...
No sé,
si estoy en lo cierto,
o si lo cierto es una masa,
un universo que no se deja
amasar por cualquiera
salvo que la manos contengan
la dulzura necesaria para que,
seducido, se preste a la caricia,
se avenga a que sus corpúsculos,
sus satélites, planetas y constelaciones,
sean remodelados por un nuevo dios,
alguien —como tú— que con el calor
de sus manos, con la química
que esa energía desprende, convenza
a toda la inmensidad que un universo
supone y se abra a cambiar, a reformarse,
a entregarse a una nueva forma, una
incertidumbre tan incierta que pueda dar
al traste con el equilibrio tan fino
que tanto tiempo ha necesitado para forjarse,
y del que depende la tranquilidad de toda
la vida que habitamos sus rincones.
Reescribirse —that's the question—
o morir, porque de no consumirse
aquello que se guarda para su conservación,
cualquiera sea la potencia refrigerante
de la que hablemos, la putrefacción llama
a la puerta un día y pasa a mejor recaudo,
y otra vianda, no necesariamente mejor,
pasa a ocupar el vacío insondable
que esa ausencia generó en una balda
determinada de un determinado frigorífico.
No sé, cada vez mi no saber
es más profundo y la perplejidad
se ahonda más en mis arrugas..., cada vez,
no sé, y en un no saber me disuelvo
vencido por su invencibilidad, y mi imbecilidad
es cada vez más invencible...
y tú, ¿Cómo estás? ¿Qué tal ayer con la familia?
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de diciembre de 2024 a las 09:00
- Comentario del autor sobre el poema: La creencia en un dios organizador me diluye más en una indefinición que no soy capaz de definir —ni con un diccionario al lado—.
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Lucía Gómez, Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR, Enrique Fl. Chaidez
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