(Quince)

OscarCampos

 

“Despiertas,

 observas desde tu hábitat.

La duna que parecía de roca,

ha cambiado de forma,

ha cambiado de lugar,

El zorro, con lentitud, busca

un lugar para dormir.

El cambio se percibe en la tempestad.

 

En la ciudad,

Parece que nada cambia,

solo las mismas calles,

 el mismo metro,

Quizás el cambio se encuentra

 en gestos Invisibles,

y la agonía de un transeúnte.

 

¿Qué cambia en la ciudad:

El tiempo que parece perdido,

o las miradas

 que se olvidan distantes.

¿Qué cambia en la ciudad,

si el tiempo parece inmóvil

y el alma, ausente?"

 

En el vientre del desierto,

el viento, como un escultor ciego,

esculpe el paisaje

sus dedos susurran cambios.

 

El crepúsculo desértico,

el joven busca un lugar ido,

todo parece nada,

respira, sueña, busca silente,

ya es hijo de la arena,

el cambio es un cuchillo

que abre su libertad.

 

 

El habitante teme,

como si las calles, arena movediza,

le arrancaran su sombra,

así, le quedan huellas

de su pensamiento disuelto.

 

El cambio es una marejada,

A veces, inesperada,

rompe las farolas y rieles,

pero no borra los caminos,

el agua busca en ti,

un cauce inexplorado.

 

El árbol sabe que las estaciones

son distintas,

 sus raíces apegadas a la tierra,

  un ciclo de cambios,

aunque el viento encuentre

 otros caminos o nuevo rostro,

lo encontrarás ahí, con otras grietas

y sus naranjas más dulces.

 

Los círculos de tu presencia

son la constante,

cada circulo regresa,

 una metamorfosis crepuscular.

 

El joven comprendió:

el viento genera nuevos cambios,

¿Cambia el amor?

Continua su senda por dunas

frágiles como tu piel desnuda.

¿Dónde está oasis de ayer?

¿En qué lugar estará el amor?

 

El joven continúa su viaje,

 vulnerable como una flor cortada.

 

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