En el crisol del tiempo, donde el destino
Tejió la trama de nuestros azarosos hilos,
Tu alma, estrella mía, fue mi destino,
Y en tus pupilas, abismos sin límites, me ahogo.
Oh, amor sublime, llama que consume,
En mi alma, volcán de pasión desatada.
Tu herida abierta, mi eterno emblema,
Sello indeleble de mi alma cautivada.
En himnos celestiales, mi alma te canta,
Oh, belleza divina, celestial visión.
Mis versos, ecos de un amor constante,
Un canto a la unión de nuestro corazón.
¡Falso quien afirme que el olvido
Puede borrar la huella de este amor!
El amante ausente, más perdido,
Ve crecer la llama, cual sol en el mar.
La memoria, cual fénix, renace y arde,
Alimentando el anhelo, eterno fervor.
Separado de tu bien, mi amada,
Mi corazón te busca, cual náufrago al mar.
Las heridas del amor, eternas cicatrices,
Sello imborrable de este amor profundo.
Permanece la marca, honda y punzante,
Un testimonio eterno de nuestro encuentro.
- Autor: Edgardo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de enero de 2025 a las 18:55
- Categoría: Amor
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, EmilianoDR, Violeta
Comentarios1
Si que no se olvida y menos leyendo estas letras tan Apasionadas.
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