Estuve...

Estuve pensando...
Sí, fue sobre eso, lo que ya sabes,
aquel día, de tarde, ya el sol débil,
pensando en la cama, la luz ténue,
los primeros arreboles, las nubes
tiñéndose de lentitud y el aire, sí,
como enrarecido por lo que supone,
sí, la falta progresiva de esa energía
que le sostiene, y tú, en la mecedora,
viendo el parte informativo, noticias
que se pierden en el recuerdo nada más
entrar por los oídos, por repetidas, sí,
por consabidas, y yo en mi habitación,
con mis cosas, cerrando unas cuentas
pendientes de la contabilidad de ese mes.
Sí, pensando, quince años de eso, azul
era el tono con el que me venía esa imagen,
la tuya, bata blanca, pelo largo negro
azabache domado por un coletero, queso
manchego en finas lonchas sobre la mesa,
y salí de la habitación al baño y te dije
no sé qué, creo que te quiero en voz baja...
Estuve pensando, sí, ya a toro pasado, 
sin nostalgia, asumiendo ya hace tiempo
la apisonadora equilibrante del tiempo,
todo pasa para bien, y ya mi corazón mira
para otro lado, y entiendo —no hoy, hace
tiempo ya— que el suceder de la vida obedece
a una secuencia relojeril que rara vez atrasa, 
y que —aunque sea a toro pasado— agradeces
y concedes que fue lo mejor que podía pasar...
Sí, ahora también lo pienso y pienso igual. 
Quiero dejar de pensar, voy a encender la tv.
para ver qué pasa en el mundo, un plato
de queso manchego en finas lonchas a modo
de triángulos escalenos, bata blanca, pelo corto,
mirada perdida —no me he enterado de nada;
mi atención en las musarañas...—.