Y quizá soñar

Charlie Aritz

 

«No vengas a romper mi paz, solo porque no puedes encontrar la tuya» Autor desconocido.

 

A veces despierta al alba y los cuchillos afilados ya han entrado por la ventana. Los siente hincándose malvados en sus costillas... ni siquiera necesita abrir los ojos.  «¿Qué derecho tenéis a volver otra vez?» les increpa, mientras los ojos se le encharcan y el miedo los cubre. El descenso, en esas ocasiones es abrupto y casi vertical.

A veces duele menos, pilla la parte dulce de la montaña rusa, la mirada le llega lejos y le permite descansar el alma en la franja azul que se une al horizonte, allí, tras la estela que deja el sol sobre las olas. Sin llegar nunca arriba, parece que tiene suficiente con esa media aritmética del ánimo porque ha aprendido que cuanto más subes, desde más alto caerás.

A veces, regresa de ese infierno de llamas eternas y sueña que nunca vio aquellos ojos preñados de indiferencia, que nunca sintió tanta soledad en su lado de la cama, que nunca se perdió en la negrura de cuervos pensamientos. Sueña que la paz de otros no fue su ruina y catástrofe. Esas veces también se atreve a soñar, aunque solo un poco, que quizás algún día pueda derrotar al límite de su silencio.

 

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«El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra.»

Rosa Montero.

 

 

 

 

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