CORAZÓN ERRANTE

LERKEV

Mientras que yo, en la tristeza que se adueña de mi habitación,
un susurro perturbador recorre la soledad de mis sueños,
como una estrella lejana, apagada,
que alguna vez iluminó el horizonte de mi esperanza.

 

Aunque mi vida, agobiada y exhausta, no eligió este destino,
la dueña de aquellos instantes de felicidad perdida
maltrató las fuerzas, desvanecidas, que un día impulsaron mis ganas de vivir.

 

Como un amor irreconocible, perdido en las calles,
sin hogar ni refugio, errante y hambriento,
un vagabundo que mendiga calor en el olvido,
sin saber que aún busca lo que nunca encontró.

 

Irreconocible, porque en el inmenso universo,
aún no ha sido encontrado, el amor se encuentra extraviado,
sin rumbo, vagando en la vastedad de su propio vacío,
perdiéndose en el infinito.

 

Él, el que vive soñando, el de los deseos agotados,
persigue el último faro de luz que aún alumbra su camino,
aunque ya cansado por los martirios del destino,
se aferra a la esperanza que se escapa entre sus dedos.

 

Lo exagerado que pudo hacer, 
amar, anhelar y desear,
a la musa de aquellos que ya no viven,
que, asesinados por el olvido, dejaron su legado
grabado en las hojas de un libro quemado.

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