Infinito anhelo

¡Oh, amor, fuerza que me hace volar!
Has vencido las sombras, mi alma a liberar.
Contigo, la vida es un hermoso cantar,
un poema eterno, que juntos vamos a crear.
En sábanas doradas, tejo sueños contigo,
estrellas fugaces, deseos que pido.
El viento susurra tu nombre en mi oído,
mientras mi corazón, en ti, se ha perdido.
Siento el suave beso de las olas,
un susurro de amor que me envuelve,
el viento canta tu nombre en mis oídos,
y mi alma, como una vela, se eleva.
En cada ola, veo tu reflejo,
y en cada grano de arena, tu beso.
¡Oh amor mío! quiero ser el jardín de tu amor,
donde tus caricias son el fertilizante más puro,
y tus palabras, las semillas que hacen crecer el amor,
en un edén donde solo tú y yo vivimos seguros.
Tus besos, un vino borgoñón añejado en barriles de roble,
con notas de pasión y un final aterciopelado,
un elixir que me transporta a viñedos soleados,
donde cada sorbo es un nuevo universo por explorar,
lleno de misterios y maravillas, donde cada beso
es un volcán que crea y destruye a la vez,
inundando mi alma con un mar de placer.
Una sonrisa, bálsamo para el alma adolorida,
panacea que cura todas las heridas,
lluvias de gracia, que humedecen mi alma sedienta,
una fuente de vida que brota de tu mirada.
Recuerdo tu sonrisa, aquella tarde de verano,
una luz que iluminó mi camino,
déjame una sonrisa, como un regalo del cielo,
para llevarla conmigo siempre.
Hoy como ayer te veo, como en primavera, mi corazón florece,
esperando que nuestros amores se entrelacen.
En un jardín, de girasoles, rosas y tulipanes, mi amor crece sin cesar.
Hoy como ayer a tu lado estoy, como una sombra que te cuida,
siempre presente, aunque invisible a tus ojos.
Hoy como ayer hablo contigo, como un río que desemboca en el mar,
quiero unir nuestras almas en un eterno abrazo.
Hoy como ayer te busco, Dunia de los Ángeles,
en cada rincón de mi ser, y en cada estrella, para decirte simplemente que te amo.