“Hay cadenas que atan cuerpos,
hay cadenas que atan la memoria.
cuando el cuerpo danza y cae
y el tambor que suelta el ritmo calla,
en la tierra emerge una herida.
En la arena las huellas
de pies exhausto y manos atadas,
el viento como el tiempo infinito,
el hambre y el miedo desaparece
en el horizonte para no regresar,
solo queda el dolor,
solo quedan ecos,
de una despedida del alma,
una lagrima que permanece en las olas,
cada golpe es tocar una puerta,
que el habitante cierra
como aves que huyen de sí.
La noche a la luz de una fogata,
los pies se enredan como raíces
en el polvo de la aldea.”
La nube negra del hierro.
se hunden en la piel que no calla,
como un manto intenta cubrir
las manos nacidas de sus manos.
Quedan cantos y danzas pendientes,
Acalladas por el murmullo metálico
de serpientes enredadas en el cuerpo
el cuerpo del habitante
el cuerpo del mundo
el cuerpo de la vergüenza.
¿Quién robo el canto
nacido en la calma armónica del alma?
¿Qué verdugos arrancaron el tambor
y la vida cristalina,
de las voces de los ancianos?
Cuando el mar golpea las rocas,
cuando el sol se confunde con la arena,
cuando el viento se lleva las cenizas,
se cubre con el silencio,
se cubre con un trozo de pan.
se levantan cercas,
donde antes el tambor
cantaba a la libertad natural,
más allá del olvido mudo,
más acá el dolor que trae la brisa.
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Autor:
OscarCampos (
Offline)
- Publicado: 7 de enero de 2025 a las 00:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: JAGC, EmilianoDR
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