Nietzsche

Salvador Galindo

Allí donde él estiró su dedo

el vino se convirtió en agua

¡el real hombre bomba de tiempo!

sin jueces ni rebaño ni tela-arañas.

El real martillo con patas,

con bigotes y con seso... mucho seso.

 

Le hizo la vuelta invertida

a las tortugas de la metafísica

y con ellas se hizo profeta de sí mismo

y de nadie más que de sí mismo.

 

Él, insecticida histórico

cauterizando a las moscas

que chupan del estigma de la cruz.

 

Con el martillo que filosofa,

derrumbó el edificio fantasmagórico

y la eterna pregunta incontestable

de filósofos y sacerdotes.

 

En el lustre de sus frentes, el signo peso,

y allí vino él a hipotecarles la mente.

 

Allí donde él estiró su dedo,

el vino se convirtió en agua.

 

¡El real hombre bomba de tiempo!

El real martillo con patas,

con bigotes y con seso... mucho seso.

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