SENDEROS

SENDEROS

Se fue marchando despacio.
Y sin volver la cabeza,
pero con pena en el rostro.
Aunque con una certeza.
Que sus pasos siempre irían,
en pos de una nueva senda.

Se fue.
Renunciando a todo.
A lo bueno y a lo malo.
Se fue con el corazón,
y el alma hechos pedazos.
Como se quedan los árboles,
alcanzados por el rayo.

Se fue, por haber reído.
Se fue, por haber llorado.
Y se fue, porque sabía.
Que el amor,
se había acabado.
Como la flor se marchita.
Como queda seco el páramo.

Se fue yendo despacito.
Como una pluma flotando.
Como una flor se deshoja,
cuando se caen sus pétalos.
Como el agua en un remanso.
Cómo llenas de cariño.
Te acarician unas manos.

En su interior han quedado,
los rescoldos de una hoguera.
Un fuego que se extinguió,
dejando profundas huellas.
Como el viento huracanado,
erosiona lo que encuentra.
Y el Sol reseca las fauces,
de la más temible fiera.

Camino ya recorrido.
Lleno de trampas y acequias.
Fuentes de agua cristalina.
Y olores de fértil tierra.
Sombras y luces le dieron.
Alegrías y tristezas.
Y alejándose despacio,
se fue lleno de experiencia.

Con su presencia dejó,
fuertes huellas que recuerdan.
Y caminó de puntillas,
sin compromiso ni entrega.

Su corazón se quedó.
De, cicatrices, cruzado.
Pero su alma se agrandó,
con lo bello del pasado.

Hoy camina más despacio.
Sin prisa y acompasado.
Como nacen las ideas,
después de haber meditado.

Ángel L. Pérez ®

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10/01/2025