Sé que los dioses así lo dispusieron:
Que la encontrase para sanar mi alma.
Sé que el color de la sabiduría es dorado
y el fruto en las ramas de las palmeras
perlas de oro cuando llegan a sus labios.
Sé, también, que mi salvación se encuentra
cerca de ella y por ella…, llama prendida.
***
Amada mía…
Reina de las tierras que abarcan mis miradas
las que han quedado atrás y las que vendrán.
Que se haga la luz y se cumpla la profecía.
Designio que está escrito en las estrellas:
Ella es y será, por siempre, eterna: Luz y sabiduría
¿O es que acaso, en las noches estrelladas, en esa estela que va dejando el destello de sus ojos, no es el firmamento mismo, alumbrado con las perlas doradas del brillo de su mirada?
¿Es que, acaso, no son los cálidos vientos del desierto —que resecan mis labios— el aliento suyo que me alienta a salvar mi alma y me guía a su oasis, donde beber en su pozo el agua dulce de la vida?
***
¿O no eres también, amor mío, en mis infinitos silencios, el canto de las aves que me despiertan? ¿O el susurro de las palomas enamoradas?, que me cantan canciones de amor, desde las ramas perfumadas de la higuera, cuando soñando te miro y en tus ojos encuentro el sentido de mi existencia?
En mis apasionados sueños, donde tus cabellos son almohada de mis deseos y tu cuerpo, cobijo de mis soledades. En esos instantes en los que el sueño se vuelve realidad, me encuentro al brocal de tu pozo de agua fresca, donde logro saciar la sed. Son tus besos, amor mío, cada uno de los susurros que me trae el viento de las montañas, que, al llegar a mis labios, me inundan el corazón y me abren las compuertas del firmamento del mar de tus ojos.
¿No eres acaso, amor, todo eso?
¡Oh, reina mía!
Oye las plegarias de tu siervo
postrado a tus divinas plantas,
soñando que, tus manos de seda,
acaricien las penas de no verte,
suavice el dolor de tus ausencias
y el desconsuelo de no tenerte.
***
Dame de beber, bella paloma, siquiera, una lágrima cuando la felicidad, toque tu alma. Alivia, mi ceguera de tu vida, derramando la luz de tus ojos en mis noches desiertas y oscuras. Guía mis pasos por los desiertos del mundo con tu voz de agua, de poemas y rimas encantadas.
Haz, con tu sabiduría infinita y la profundidad de tu mirada, que mis esperanzas no se queden a las puertas del horizonte, abre las de tu corazón y enséñame, siquiera, un instante, el interior del mismo; con eso, habré conocido cómo es el mismo cielo por dentro.
***
—La soledad del desierto
—El eco de las montañas.
—El silencio amenazante
—El rumor sordo del viento
—Las palmeras y sus frutos
¡Todo me lleva a ti, princesa!
¡Todo lo mío te busca, amada mía!
—Porque tú eres…, dulce claridad,
La reina en mi soledad
—De mis deseos, ansias y empeño
La esperanza cierta
—De lo que añoro y tanto extraño
El dulce fruto de mi soñar.
***
En mis delirios, la brisa que llega al oasis de mi vida, dama de mis noches, doncella de mis amanecidas, es el aura tuya, que me despierta del triste sueño de tus ausencias, abraza mis penas y, cuál canto de los pájaros y los susurros de las palomas enamoradas, me dicen:
No pierdas nunca la esperanza.
De pronto, una inmensa claridad alumbró mi noche, abrazó mi alma y una voz, que era la del mismo cielo, me dijo:
No temas nada, solitario que vagas persiguiendo una estrella, soy la noche que viene anunciando las auroras. Soy el amanecer de la vida que necesita la noche y sus estrellas.
Soy quien te mira desde la distancia y anhela ser, en tu fantasía, ramas de palmera vencidas por los racimos de sus frutos. Quiero ser y vengo a ti, como el agua cristalina del pozo de los deseos y sombra de la higuera. Para que tú, solitario, enamorado de un sueño, puedas saciar el hambre y la sed, que tienes de mis besos, en la pura realidad de mis labios abiertos. Y alcances la luz que no consigo sujetar en mis sueños para que no se apague nunca.
Detén el trotar de tu alazán brioso en mis sueños y alárgame los tuyos, que se conviertan en nuestro oasis rodeado de palmeras con sus ramas preñadas de perlas preciosas. Ven, hagamos realidad la pasión, haciendo del amor, a la sombra de la higuera y junto al brocal del pozo de los deseos, los frutos más tiernos y jugosos madurados con cada uno de nuestros besos.
***
Los pájaros, posados en el brocal de pozo de los sueños, nos miraban y cantaban. Las palomas, desde las ramas de las palmeras, nos ofrecían, con sus arrullos, las perlas brillantes y doradas como la mirada de mi amada.
***
Llegaron muchas noches, donde viajeras estrellas, asomadas por entre las ramas de las palmeras, curiosas y sonrientes, nos miraban y entre ellas se decían: ¡Qué bella desnudez, qué precioso el amor en todo su esplendor! ¡Qué bello Él, con el amor de ella, y qué hermosa Ella, con su sonrisa luminosa por enamorada!
***
Yo, en los amaneceres, mientras se quedaba dormida en mi pecho, le acariciaba la cara y, mirando al firmamento, me decía: ¡Qué bella estás, amada mía! Y, en alas de sus suspiros, alumbrado por el fulgor dorado de sus ojos cerrados, echaba a volar envuelto en los efluvios, que nunca se alejan; eran rescoldos del fuego de otra de nuestras noches de amor apasionado y profunda ternura.
***
Amor, ¿qué estás pensando?
Me decía medio dormida
y yo, junto a sus labios, le respondía:
Gracias a los dioses que así lo dispusieron, amor. Que vinieras a mi vida para sanar mi alma. Ahora sé bien que el color del cielo es dorado y que, el fruto en las ramas de las palmeras son perlas preciosas cuando llegan a tus labios.
Sé también, amada mía, que mi salvación está en ti, cerca de ti, donde no existe oscuridad, tu mirada son los reflejos de un cielo infinito. ¡Oh, luz del firmamento! Reina de mis noches y amanecidas eres, y agua cristalina y pura, en el oasis donde se dan cita mis más bellos sueños. Estrella que me guías y nunca te alejas.
***
En mis apasionados sueños, donde sus cabellos son almohada de mis deseos y sus labios, pozo de agua fresca, donde calmo la sed con sus besos. A la estela de su mirada, cuando se despierta, llega mi corazón hasta las puertas de la gloria de sus ojos y, en ese firmamento inmensamente bello, se hacen realidad mis anhelos.
***
Seguirá…, cuando se abran los frutos de la higuera y sus aromas, me hagan volar, de nuevo, por el infinito cielo de sus labios. ¡Amén!
***
De la Higuera:
Se ocultaba, en los remotos tiempos, cuando vio la luz por primera vez. Se sabe que nació de una semilla germinada en las tierras de los sueños, un oasis rodeado de desierto. Creció abonada por anhelos cumplidos, besos encendidos y las caricias de una mujer que tenía la magia de hacer realidad las quimeras.
Hoy, a la sombra perfumada de sus ramas, se dan cita los enamorados, los que se acarician con las miradas, se desnudan las dudas y se funden a la luz de la luna.
Las estrellas suspiran, ya están, de nuevo, los enamorados aspirando los aromas de un amor que no sabe de distancias, ni conoce fronteras.
Ya se aman, ya se entregan…
Como si el tiempo no existiera en el oasis de los sueños y a la sombra… ¡De la higuera!
- Autor: Antero ( Offline)
- Publicado: 16 de enero de 2025 a las 10:23
- Comentario del autor sobre el poema: Gracias, muchas gracias, desde el oasis de mis sueños. Te veo llegar y se alegran las ramas de la higuera, las que te ofrecen sus aromas con mucho amor.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, Andrea-R, Sami Sanz, Tommy Duque, Josué Gutiérrez Jaldin, Freddy Kalvo, Mauro Enrique Lopez Z., Texi, EmilianoDR, Antero
Comentarios2
Gracias, me has transportado a la literatura de Oriente, maravilloso, un saludo y gracias otra vez.
Gracias, Pilar, muchísimas gracias. Abrazos. Feliz día.
Una obra maravillosa que evoca los sentimientos más puros y maravillosos del amor, con un lenguaje exquisito, propio del autor.
Gracias por el maravilloso viaje, el que he disfrutado en su totalidad.
Abrazo poético.
Sami.
Infinito, mi amor, por tu presencia. Que es, igual a decir, infinito agradecimiento. Adjetivo que convertiría en verbo compuesto (Sentir infinito), y en su modo indicativo expresar: Sentimiento que viene al presente de un pasado reciente y se proyecta hacia un futuro ilimitado. ¡Abrazos, poemazos!
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