Hay un lugar sensacional que me hace suspirar. Tiene en su entrada altas palmeras, como atalayas avizorando al viajero que va de paso hacia rumbos extranjeros; al provinciano que mercadea con productos extraídos de la sabia tierra o del viejo mar; al aventurero explorador en búsqueda de lo desconocido entre cañaverales, palmas y pastizales o solazarse con el revoloteo de las aves acuáticas en el precioso humedal Manchón Guamuchal.
Se trata de un pedazo de cielo en el Sur de mi país, la “capital del mundo” le han llamado sus habitantes. El dulce aroma del azúcar extraído de sus cañaverales era lo que percibía en el umbral de sus paisajes y de la mano de mi padre, fui recorriendo sus empedradas calles para familiarizarme con tan cálido lugar, cuya temperatura me hacia recordar a mi pueblo natal.
Retalhuleu le llaman, su nombre queda en mis recuerdos aunque fue corto el tiempo vivido en sus arterias y corazón, fue el inicio de mi desprendimiento del cordón umbilical que aún me ataba a la casa familiar. Empezaba mi vida profesional, al desarrollar allí el final de mi preparación académica universitaria y descubro entre olor a medicina, dolor y tristeza de aquellos que buscaban su cuerpo y alma restablecer-, amistades sinceras, amor y placer que me enseñaron a ser solidaria, cauta y generosa.
El olor del mar y sudor con sabor a sal se respiraba al atardecer; brisa, luna y amanecer eran mi diario vivir y correr hasta la sirena enmudecida cuando al final de la semana partía de nuevo a casa de la familia. Esperaba con ansia el día en que me encontraría de regreso para verme en unos ojos que cautivaron mi existencia, una sonrisa que alegraba mis prisas y el desafío de aplicar lo aprendido entre libros, enciclopedias y disertaciones de mis académicos formadores.
¡Cómo deseaba en ese entonces prolongar mi estadía!.. porque llena de emociones pasaba el día, recorría los salones de pacientes que a diario llenaban el nosocomio que entre el bullicio de vendedores y lamentaciones un consuelo buscaban. Al terminar mi corta práctica mi primer trabajo se asoma. De regreso a la capital a presentar mi informe de graduación y pasa un año hasta alcanzar tan deseada certificación. De nuevo mes a mes viajando a este cálido lugar para ganarme el pan y mis ansias de superación. Continúo durante ocho años sin fallar con lluvia o ardiente sol, a supervisar y evaluar el control de medicamentos en la “Farmacia Terminal”. Recuerdos emotivos en cada abordaje, volvían a mi memoria cuando antes semanalmente iba al encuentro de unos ojos que cautivaron mi ser.
- Autor: Lissi (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de noviembre de 2010 a las 18:01
- Comentario del autor sobre el poema: Un pasaje de mi vida...mi desprendimiento del cordón umbilical, en la transición de estudiante a profesional.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
Comentarios7
Gracias por compartir cosas importantes de tu vida y de tu tierra. Un abrazo.
Me ha gustado mucho querida lisii , precioso leerte, abrazo
Cada etapa dse lña vida , marca en nosotros huellas iondelebles, bello relato.
besos.
LIssi, como siempre en tus relatos se encuentran cosas interesantes, y en este caso pues como dices desprenderte del cordón umbilical de
estudiante a profesionista, es linda la forma en que relatas. Ha sido
un gusto estar en tu espacio tan especial.
besos y abrazos
PARECES REMEMORAR ESA ETAPA DE TU VIDA DESCRIBIENDO EL CONTEXTO PERO CREO QUE LO QUE DETERMINA EL RELATO SON ESOS OJOS QUE TE CAUTIVARON.
TE FELICITO
UN PASEO DE RECUERDOS GRATOS ENTRE EL ESTUDIO Y LA GRADUACION.
ABRAZO GRANDE
HERMOSOS RECUERDOS AMIGA TE QUEDO PRECIOSO! ABRAZOS A TI
Hermosas vivencias, como todo lo que siempre nos cuentas, siendo tan joven Lissi, cuanto has vivido, tienes una hermosa vida muy rica en experiencias, Ah…!!! y esa mirada???? Dulces recuerdos que no se olvidan.
Gracias por compartir amiga.
Un beso grande
Diluz
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