Azar, destino y una realidad abriendo camino.

Antero



 

 

El azar 

Él, al doblar la esquina, sintió que, a sus espaldas, se quemaba el pasado en la hoguera del futuro y no hizo nada por avivarla, retenerla, presentía que, en sus moribundas llamas, el presente en cenizas se convertía.

 

Ella, parada en el ayer, suspendida en las dudas, miraba a sus espaldas y cuando lo vio doblar la esquina, el calor de una llamarada le llegó tan intensamente que, de pronto, supo lo que quería y el tiempo escondía. 

 

Él, cuando la vio marchar, sintió que con ella se iba su vida y no hizo nada por retenerla. Sabía que con ella, el futuro, las esperanzas y el pasado, como niebla que oculta el sol de la mañana, era un dolor que laceraba su alma. 

 

***

 

El destino.

Las farolas se encendieron de nuevo. Por los callejones, dos hambrientos se fundían en besos interminables; los soportales eran testigos de ello. Al fondo, cercano al horizonte, el destino sonreía al tiempo que ponía de relieve los sueños ocultos en la niebla y, dando media vuelta, dijo… 

 

Amor pausado, amor escondido, amor tímido, amor dormido… ama, ama sin medida, sin conciencia, ama hasta el infinito y si tus fuerzas te fallan, ama. Ama desde el cansancio, desde el sueño, desde el ahogo que produce el olvido. Ama, ama, siempre, desde siempre…, y hasta siempre. 

 

Ama con los ojos cerrados, abiertos. Adormecido, consciente, a contracorriente. Dejándote, llevar, ama, ama con toda intensidad. Ama al pie del abismo de lo desconocido. Desde la montaña de los sueños, ama, vuela, vuela y ama, que, cuando la brisa acaricie tu cara, será que alguien te ama… y te llama.

 

Deja que las alas del amor te eleven y, cuando sientas que bajas, no temas. Son las alas del amor, que planean en las orillas de un amor que te reclama para acariciar tu alma. 

 

***

 

Cuando el destino iba de regreso a la cueva de los deseos incompletos, sintió que alguien le hablaba y giró su invisible cara; era el azar que le decía…

 

Cuando llegues a la cueva, donde el amor tiene su morada, y una vez dentro, abre las ventanas y verás, al fondo, resaltada en el horizonte, la silueta de un sueño hecho realidad que te dirá: 

 

Soy el azar y he logrado juntar dos corazones que en la distancia se amaban, con tanta intensidad, como las llamas resplandecientes de la pasión y que ahora, con la hoguera encendida, ya no temen a la fría oscuridad. El amor es lumbre, es brasas, son miradas, son caricias y besos, tales que leña acopiada en la leñera de sus vidas.

 

***

 

Dos que aman, amantes,

intransigentes entre la sed y la calma.

Dos ausentes,

contra un destino huidizo que los separa.

 

Dos almas, amantes que…

Se buscan, se olfatean por las esquinas

con la piel alerta

como receptora de señales y hambrienta.

 

Dos cuerpos, fieras

que se acechan con el instinto como guía,

sigilosas avanzan

por la selva del asfalto, entre luces y sombras.

 

Oteando la bruma,

parando a su vez el tiempo al mínimo detalle,

así se persiguen

alertas, las miradas y los sentidos como frases.

 

Solitarias palabras

que buscan las respuestas desesperadamente.

Nada les será diferente

pero lo conocido son extraños interrogantes.

 

Un perfume, un aroma,

un color, frases inconexas, preguntas mudas,

respuestas que van quedando colgadas

en los balcones, como señales para un regreso.

 

Pero el regreso no llega, son horas de muerte,

las calles vacías, las aceras mojadas

y a lo lejos se pierden las luces estridentes,

las farolas tristes de horas contadas.

 

Eso pensaba, hasta que el azar cambió el rumbo de su destino. Las farolas se encendieron de nuevo. Por los callejones, en los soportales, besos interminables, envueltos de caricias inagotables, se fueron sucediendo como promesas de un fuego eterno.

 

Al fondo, donde se perdían las aceras, cercano al horizonte, el destino sonreía, al tiempo que se desvanecía la niebla de las distancias. Ya se dejaba ver el alba, ya se asomaban los rayos del amor con sus promesas de luz y calor, y sintiéndose afortunado de presenciar la grandeza del amor y su fortaleza, de formar parte del carrusel de la vida, dijo:  

 

¡Azar, viejo amigo!, como envidio la magia que despliegas cuando los sueños se dejan llevar por los deseos y se hacen realidad. Pero no será, compañero, tuya, toda la potestad, en el fondo, los dos somos parte de esa realidad que es el carrusel de la vida.

 

***

 

Ella, el destino, Él, azar y los dos, los que, agarrados del amor, iban por las aceras de farolas despiertas, los que, camino del horizonte sin niebla que lo ocultase, se paraban en los portales y se daban besos insondables, acompañados de caricias interminables.

 

***

 

Y entre azar y destino, una realidad paralela, se abría camino.

 

A un lado, sus bellos ojos dorados

al otro, sus labios acaramelados.

 

Entre sueños navego por el río de mis anhelos, deseosos de llegar al mar de sus espaldas. Llamarle por su nombre: Luz azul y montañas doradas, para poder ver de frente el color del universo y los matices del mismo cielo.

 

A un lado, orillas de terciopelo

al otro, espigas de finos cabellos

 

Entre deseos se apuran mis pasiones, raudas van tras los reflejos que se dejan ver en mis alboradas. Cuando despierto tras sus espaldas y se da la vuelta, es ahí donde se despeja la bruma de mis soledades y vuelvo a nacer de nuevo.

 

A un lado, florecido el limonero

al otro, claveles, rosales y lirios.

 

Entre aromas andan mis desvelos, que no son más que el esmero de hacerme realidad en las fragancias de su esencia. Asomado a las puertas de mi corazón, en la razón de mi vivir, la veo venir, tan preciosa y gentil, que me conmuevo.

 

A mi lado, un cúmulo de amores tengo.

En mis manos, alforjas llenas de sueños.

 

Y entre deseos, anhelos y ensueños, mi amor, origen y fuente de mis desvelos, por sus ojos con reflejos dorados, sus labios de terciopelo y por sus aromas de primavera. La que me despierta cuando a mis puertas se asoma… de nuevo.

 

***

 

Ríos de versos siguieron su curso navegando con las velas desplegadas de sus rimas; poemas que llegaban al mar en calma de mi alma… Y de nuevo, aquí me tienes, asomado a las ventanas de mis anhelos, donde llegas tan preciosa y gentil, que hasta el azar te sonríe. 

 

Y, como por ensalmo, entre el azar, vestido de casualidad y el destino, con su caminar hacia el más allá, apareció la realidad. Seductora elocuencia de una sonrisa presente que me despertó con sus perfumes de lirios, rosas y azahares, y con su voz de agua acariciando las orillas de mis mares. 

 

***

 

El destino se conmueve y yo, pues ya ves, chiquilla, aspirando los aromas que te preceden… de primavera temprana y azahares nuevos. 

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  • Autor: Antero (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de enero de 2025 a las 11:45
  • Comentario del autor sobre el poema: Y entre deseos, anhelos y ensueños, el origen y fuente de mis desvelos, por sus ojos dorados, sus labios de terciopelo y por sus aromas de primavera. La que me despierta cuando a mis puertas se asoma… de nuevo. Gracias por visitar este rincón mío, donde la fantasía sueña con ser realidad algún día.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 1
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