Tú! Mi altiva ave blanca,
no lances en mí tu indiferencia.
Motivo eres de mil cartas,
y mil cartas vuelves ausencia.
¡Rompes mi alma, mi calma!
Látigos haces mi dolencia.
Como noche, de mí te apartas,
con días que veo en lucernas.
Cual mares, silencios y sombríos,
brújula rota en la tormenta.
¡Mírame! ¡Oh, mírame, amor mío!
En tu amor mi fe se sustenta.
………….
Exclamé con la voz quebrada,
en contienda contra la penumbra:
“¡Despierta! ¡Despierta, mi amada!”
Y encontrase dormida… en la tumba.
Galva
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Autor:
Galva (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 17 de enero de 2025 a las 16:08
- Categoría: Triste
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
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