Querido Sultán:
Hoy me encuentro muy lejos de casa, no sabes lo triste que me siento esta noche. Estoy aquí, recordando a mi buen amigo en medio del bullicio interminable de este tráfico nocturno. Tú, mi gran amigo, el buen amigo de cuatro patas que dejé en casa con mamá.
Recuerdo el día que llegaste a la puerta de mi casa con un enorme trozo robado de carne. Estabas con tu pelaje escaso, con mil pulgas saltando sobre tu cabeza, colmado de ellas hasta la médula. Con tu dorso expuesto, con huesos que te brotaban del cuerpo. Tan famélico y rabioso te encontrabas aquella tarde en la que decidí domesticarte.
Me miraste con tus ojos negros, tan densos y oscuros como la misma noche. Tus ojos hablaban, y con ellos narraste tu tragedia, esa gran pena por el abandono de un cruel amo. Me acerqué a ti con cautela y puse la cuerda en tu cuello. De esa manera sellamos ese primer encuentro y nuestra primera complicidad.
En el pueblo todos ya sabían tu nombre, conocían tu desgracia y el origen de tu historia. Sultán, el nombre que te dieron antes de encontrarte y con el que todos te nombraban, pero no había uno tan siquiera que te amara entonces.
No sé cuántos días vagaste, no sé cuántos desprecios sufriste y cuánto pesó la repugnancia que te mostró el humano. Todo eso cargaste sobre tus hombros, solo y moribundo te encontrabas.
Pero querido Sultán, el mal no dura cien años ni quince años perrunos. Te encontré frente a mí ese día peculiar. Al final de cuentas, todo perro abandonado tiene en algún momento la suerte y la astucia que solo la calle brinda. Ahora río recordando cómo corrías emocionado con tu primer juguete, con las travesuras que empezaste a hacer y las plantas que destruiste.
Ahora corres triunfante al portón, como canino de alta alcurnia que hace honor a su nombre. Ladras orgulloso al humano o al animal que pasa, como retando al mundo, como diciendo que no das tregua a nadie.
Ahora pesas tanto que duele cargarte en brazos, y te encanta dormir mimado. Me miras fijo con tus ojos negros, con esa chispa diminuta y circular que se les enciende ahora. Yo sé que egoístamente me marché de casa y me encuentro tan lejos por el Mediterráneo, envuelta en planes y estudios, pero descuida, amigo peludo, que pronto volveré.
No soy tan cruel, te he dejado con Andrés, que de vez en cuando deja caer su merienda y tú la atrapas. No estás tan solo, sigues en casa con mi hermana, que te da tocino en la mañana para que no salgas corriendo detrás del carro. Tus croquetas de salmón, que he financiado y que comes por las tardes, nunca te harán falta.
Te extraño, mi príncipe de calle. Te extraño, valiente perro de raza incierta y manchas marrones en la nariz. Pronto volveré a ti, así que por favor deja de intentar huir de casa para salir a buscarme. No huyas, si es tu casa también.
Te pido que cuides a mamá, no le escarbes las plantas porque se inunda de cólera y me reclama siempre. Sé que me extrañas, pero mientras tanto juega con Molly. Sé que no la soportas, pero a ella le fascina morderte las patas. Cuídala, es una cachorra, y que aprenda solo lo bueno de ti.
Pronto volveré, pasearemos sin correa como a ti te gusta y yo detrás de ti, tú mi guía y yo tu fiel humana.
Siempre fiel.
- Autor: Alejandra Díaz (Seudónimo) ( Online)
- Publicado: 17 de enero de 2025 a las 19:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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