Un sol dorado emerge en la colina,
tejiendo un lienzo en tonos de carmín,
los cielos cantan, la brisa adivina
que nace un día, radiante y sin fin.
Sus rayos juegan con la madrugada,
despiertan ríos que danzan al mar,
las aves cantan su gloria dorada,
la tierra vibra, comienza a soñar.
En cada hoja su luz es poema,
en cada gota un verso de calor,
su abrazo tierno disuelve el dilema
del frío errante y su pálido amor.
Oh sol dorado, guardián de los valles,
que alumbra vidas con fuego inmortal,
en tu fulgor se trazan los detalles
de cada historia, por siempre vital.
Los campos ríen bajo tu caricia,
se inclinan flores en suave oración,
la sombra cede ante tu inmensa prisa,
el mundo gira a tu compasión.
Pero también conoces el ocaso,
cuando tu gloria se torna en rubí,
el día muere, dejando su rastro,
y tú te escondes detrás del confín.
Oh, sol eterno, círculo infinito,
que guía el paso del tiempo fugaz,
en tu sendero radiante y bendito,
nos das la vida, regalo de paz.
Tu fuego arde en almas soñadoras,
es luz que inspira y calma el dolor,
bajo tu manto, las horas cantoras
dibujan vida con tu resplandor.
Por eso alzamos nuestra voz al cielo,
en gratitud por tu oro divino,
tu luz sagrada nos muestra el
anhelo
seguir tus pasos en nuestro camino.
- Autor: Daniii (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de enero de 2025 a las 01:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: Soponcio, Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR, Jaime Alberto Garzón
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