Terco

No sé quién es más terco, si yo o mi corazón.

Ambos nos negamos a renunciar a este amor,

a pesar del dolor y la distancia.

Te pienso a cada instante, cada segundo de cada día.

Eres la primera persona en mi mente cuando despierto y la última antes de dormir.

Te extraño con cada fibra de mi ser, con una intensidad que a veces me asusta.

Te anhelo como la tierra reseca anhela la lluvia vivificante.

Anhelo tu tacto, tu sonrisa, tu voz, tu presencia.

Anhelo la forma en que me haces sentir: vivo, amado, completo.

Me bastó un segundo para enamorarme perdidamente de ti.

Fue como si mi corazón hubiera estado esperando toda la vida para encontrarte,

para reconocer su otra mitad. Y ahora, este terco corazón se niega a soltarte,

se aferra a ti con una fuerza inquebrantable.

En un instante, me convertí en tu esclavo,

pero lo hice por mi propia voluntad,

con alegría y entrega.

Me entregué a ti sin reservas, sin miedos, sin dudas.

Cuando estoy cerca de ti,

siento una paz profunda, una serenidad que nunca antes había experimentado.

Eres mi refugio, mi hogar, mi lugar seguro en el mundo. Pero cuando me alejo,

siento una tormenta que arrasa con todo, una angustia que me consume.

La distancia es un tormento, una prueba constante para mi amor y mi cordura.