LA TIERRA CANSADA ES TESTIGO DE MI SOLEDAD

Un incierto panorama enjaula mi ser;
nubes grises cubren el cielo,

ocultando el sol en un atardecer que siempre espero,

espero en el ocaso que nunca llega.

Olas de un mar distante, rompen la playa desierta.
Los besos de amores lejanos, se disuelven en la brisa salada.

Corro al estanque en busca de una gota de agua,
pero solo encuentro el reflejo turbio

de un cielo tormentoso en su fondo de cemento.

Mis manos callosas,

como granos de arena de esa playa desierta,
se hunden en los trozos de olas,

brillando sin esperanza, sin luz, sin resplandecer.

La tierra cansada es testigo de mi soledad,
y el horizonte borroso,

en su eterno crepúsculo,
no ofrece más que la promesa

de una eternidad sin fin.

En cada ola que se estrella contra la arena,

escucho el eco de un amor perdido,
mientras la desesperanza anida en mi pecho,

como un ave sin alas,
que observa el mundo

desde su celda, prisionera, sin poder volar.