¡Ay vida!

¡Ay vida!

Vida, concédeme un deseo.

Tú, ingrata, que me has arrebatado el corazón; rebosas altanera,

clavas en mí tu mirada sabiendo que no me queda nada.

Aún así, me tienes en vida y en profundo sueño rogándote con anhelo,

estrujándome el corazón, gritando entre el silencio de esta gran desolación.

-Concédeme un deseo...

-¿Cuál es este deseo?

-Escucha con atención:

Algún día, en el pináculo de mi sufrimiento

al borde de la desesperación, arráncame el aliento,

 que desaparezca yo turbado y angustiado,

y que mi dolor nunca muera.

Ha de ser este mi final pues una promesa he de cumplir,

que mi dolor vague eternamente entre mundos, llamando entre alaridos a aquel moribundo.

Que nuestros lamentos unidos en vida y en muerte encuentren por fin el descanso inminente.

Vida... 

JVC